Cómo la gran mayoría de los primeros habitantes de San Francisco, vine de un campo de los que circundaban ése nuevo pueblo. Era una corta familia de 'la boca de los ríos', reducida a dos mujeres: mi madre 'Tana' y su hermana 'Aína con su marido 'Aleoncio'. También mi prima 'Fefa'. Mi madre y yo, caímos en un bohío del barrio 'Mono mojáo", mientras que los otros hicieron un ranchito en 'Pueblo Nuevo'.
Olvidé decir que mi nombre es Esteban, pero que todos me llamaban 'Vivo', quizá por el movimiento que caracterizó mi corto siglo. Y digo corto, porque nací en 1912 y morí en el 33. Y ya tenía a Francisca, de los Marte, con tres varones y mi nueva novia Jorgina, de los Gil del 'Cigüelillo, con un macho nacido y una hembra todavía en la barriga. Pero no se confundan, porque hablo de trabajo.
Ya que lo cierto fue, que aúnque llegamos al pueblo, trajimos la forma rural de ganarnos el sustento. Y por la misma razón tuve que seguir a mi tío en la limpieza de tablas de palmas y a mi tía en el rudo oficio de comprar cerdos, traerlos del monte y sacrificarlos para su venta en el mercado. A todo lo cuál, tuve que añadirle el riesgoso asunto de organizar fiestas.
Y, de hecho, nada simple era convocar acordionistas, tamboreros y güireros que dieran la talla, mujeres que supieran bregar con morcillas y entresijos, pulperos que te cedieran la bebida a consignación, gentes que te alquilaran una adecuada 'enramá' , personas que facilitaran las vasijas para servir y un especialista en buscar, picar y mantener sin derretir el hielo.
Y fué un domingo de tardecitas, que con la ayuda de los Gutiérrez y los Díaz de 'Las Güázumas, yo monté una fiesta cerca de la carnicería de 'Cenón'. Y todo no podría estar marchando mejor, hasta que el encargado del hielo me voció que se estaba acabando. Entonces busqué la 'yegüita' de los Alvarado y bajé lo más rápido que pude por el trillo que daba a la calle Duarte, directo a la fábrica de hielo de 'Mejía' en 'Pisa Costura'.
Y cuándo subía con el 'block' de doce y media libras, colgando de las ancas de la bestia, me cruzó por la mente el peligro que implicaba, lo 'pegá' que dejé la novia del 'guardia', bailando la 'pringamosa' con el encargado de la fritura. Y, sin mentir, que al doblar por el lugar dónde se topan los tres caminos: el de la Castillo, el del 'Tanque' y por el que yo venía con lo que fuí a buscar, oí un bullicio de mal presagio.
Y, lo que atiné fué a espolear lo más fuerte que pude, a la yegüa. Pero mientras más cerca estaba, más me sonaba a pleito y más fuerte era el temor a que me hubieran dañado mi baile. Tanto, que al ver el portón de entrada, no pensé en desengancharlo de la palizada, sino que volé por encima. Entonces, sonó un disparo cómo un cañón y el muchacho a cargo de los anafes cayó fulminado de cabeza contra el piso.
Sin embargo, lo sorprendente para mí, fue que las gentes corría en mi dirección, pero no para contarme lo que ya había visto. Era para cargarme y emprender conmigo una velóz carrera en la dirección de dónde venía yo con el hielo. Sólo, que al llegar a la 'Cristino Ceno' giraron para entrar a la 'San Vicente de Paúl'. Pero al ver tantas enfermeras a mi alrededor, me asusté. Y, fué cuándo empecé a descifrar, lo que en un lenguaje apretujado, escuché durante el trayecto.
Luego, desde mi cuello bajó un espeso líquido que me ahogó.
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