La taza del Gato Félix la encontré hace como un año, en una Feria del libro ocasional en la Alameda Central, a un lado del Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México; estaba ahí nomás, mustia, entre otras muchas que traían la imagen de diversos personajes interesantes: los Picapiedra, los Supersónicos, la Pantera Rosa y otros. La taza de color blanco con la imagen de Félix el gato, caminando despreocupadamente y silbando alguna rítmica tonada, me cautivó de inmediato. No llevaba su famosa bolsa mágica, de la cual El profesor y su ayudante Rocket Bottom, querían apoderarse en cada aventura. Esta caricatura de los años sesenta del siglo pasado, abrió mi imaginación siendo yo un niño de apenas seis o siete años. El recuerdo se quedó ahí, grabado profundamente, mientras me paraba por las tardes tras una puerta con cristales, en el patio de la casa de la dueña, donde mis padres rentaban el pequeño departamento en que vivíamos.
Yo creo que a la señora le daba lástima mi presencia, pegado a esa puerta sin cortinas, desde donde se podía ver lo que pasaba en su televisor. Nosotros, en ese entonces no teníamos uno; mi padre era chofer de un camión repartidor de cerveza y su salario, apenas alcanzaba para vivir sin estrecheces y los pequeños lujos escaseaban un tanto. Eran los años sesenta del siglo pasado. Los televisores eran unos armatostes que transmitían su programación en blanco y negro. La tv. a color ni siquiera figuraba aún comercialmente. Así que la dueña de la casa me invitaba a pasar un rato al interior de su sala y permitía que viera lo que proyectaban en su televisión.
Tiempo después mis papás lograron comprar un televisor y una consola para reproducir discos. La tv, era marca Royal, que ni idea tengo si era o no de buena calidad; pero poseer el aparato ya era un lujo y una delicia. La consola, una Stromberg Carlson, hacía sonar los discos de Elvis Presley, de rock and roll en inglés y español, y de música tropical, de forma excepcional. Poco después me aficioné a la música de los Beatles, Jimi Hendrix, Deep Purple, Led Zeppelin, Black Sabbath, sin dejar de escuchar también la que le gustaba a mis padres, boleros y tríos principalmente y las sonoras Matancera y Santanera. Por supuesto, los escuchaba a todo volumen.
Tengo frente a mí la taza del Gato Félix, Felix el gato, el único, único gato. Y con ella, se agolpan esos recuerdos de infancia, que permanecen muy dentro en mi memoria y en mi corazón.
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