Durante muchos años fue constante la preocupación de los poderes públicos del problema de la transformación de los antiguos mataderos municipales, a fin de convertirlos en establecimientos modernos que reuniesen además de la higiene requerida los últimos elementos de trabajo, para el aprovechamiento de los desperdicios tal como hasta entonces se venía haciendo en otros países más adelantados; no obstante los estudios que se llevaron a cabo vanos resultaron los esfuerzos y los propósitos encaminados a tal empresa, debido principalmente al elevado costo de esa clase de instalaciones y al sostenimiento de técnicos contratados en el extranjero mientras se completaba la preparación de los técnicos nacionales.
Hasta que por fin el año 1923 la sociedad de los señores Walton & Schmidt obtuvo del consejo provincial de Lima una concesión para modernizar el antiguo matadero, posteriormente se unió el empresario Correa Elías y el municipio del puerto del Callao, que dio origen al “Frigorífico Nacional S.A Ltda.” la misma que adquirió los derechos de ambas firmas concesionarias, en virtud de la concesión antedicha la compañía debía construir el matadero y frigorífico modelo a un costo no menor a 3 millones de soles y el estado le otorgaba a su vez la exclusiva para beneficio del ganado y abastecimientos de carnes para el consumo de la población de Lima Callao y balnearios, por un periodo de 25 años a cuyo vencimiento pasarían a dominio del gobierno, libre de desembolso alguno para este, así como el edificio con todas sus máquinas, el terreno, muebles y enseres y demás.
Para la realización de esta obra hacía falta no solo varios millones sino sobre todo, un extraordinario espíritu de empresa, efectivo patriotismo y verdadera audacia constructiva y creadora, pero todo esto fue posible y la ciudad de Lima por primera vez en su historia industrial, presenciaba la armoniosa concurrencia de todos aquellos excepcionales factores, capitalistas peruanos en digno y encomiable esfuerzo se asociaron y fue una realidad la dotación a la capital de una industria nueva, buena y necesaria, la inauguración oficial de este establecimiento modelo tuvo lugar el 15 de marzo de 1928, con la asistencia de todas las autoridades y público en general.
Pero los límites de la actividad industrial del frigorífico no estaban demarcados únicamente al beneficio de la carne y la conservación de la misma en excepcionales condiciones de higiene para el consumo local, sino que su instalación motivo otros negocios anexos como la limpieza y preparación de tripas o vejigas, que después de un tratamiento especial se empezó a exportar a los Estados Unidos y Europa, donde compitieron con sus similares de otras partes del mundo, después se industrializo la sangre producto que en los antiguos mataderos se arrojaba al desagüe, que sometidos a un tratamiento de concentración y desecación se comenzó a exportar a los mercados internacionales, vino enseguida la industrialización de los fertilizantes y alimentos para aves y ganado a base de carnes y huesos molidos esterilizándolos en autoclaves especiales a alta temperatura; así mismo se empezó a fabricar cola para carpinteros preparados a base de los residuos, también grasas para jabón y otros usos industriales; del cerdo se obtenía manteca, jamón, tocino, mortadela, salchichas, productos que antes se perdían pero ahora se aprovechaban y constituían capital.
Otra industria que resulto favorecida con el frigorífico nacional fue la fruta, porque aprovechando las cámaras de refrigeración utilizándolas con éxito y en forma progresiva de año en año para almacenar los excesos de producción durante la cosecha y venderlos con ventaja en épocas de escasez, todo esto pregono que se tenía un verdadero espíritu de empresa, si bien es cierto que en un inicio la compañía se obligó con su compromiso con el estado a invertir solamente 3 millones de soles hasta esa fecha ya había invertido más de 5 millones de soles; a esta cifra que revela la magnitud de la industria cabe agregar medio millón de soles, que se propuso gastar el frigorífico nacional para la construcción del barrio obrero y demás obras adicionales dispuestas por el supremo gobierno.
Tanto el barrio obrero como las obras adicionales, según lo estipulado en el contrato respectivo pasaran a ser también propiedad del estado al vencimiento del mismo, libre de desembolso alguno; el barrio obrero constaba según los planos de ocho manzanas con 118 casas, un local destinado a proveeduría, otro de escuela para niños, consultorio médico y botica, sala de actuaciones, local para comisaria, parques, piscina de natación, pistas y veredas, los servicios de agua artesiana, desagüé y baja policía que eran atendidos directamente por la administración del frigorífico nacional.
|