Todo es silencio en la sala de comandos. Absortos, permanecemos expectantes ante la pantalla, aguardando la señal. Primero hay ruido de estática, luego imágenes turbias que nuestros ojos y mente se esfuerzan en decodificar.
De pronto, la imagen se despliega. Brillantes destellos de luz flotan y desaparecen con rapidez ante la cámara. El robot avanza con cautela por el terreno violáceo, nos envía las imágenes con pequeños lapsos de interrupción. Todo es brillante, nuevo.
Ante nosotros, una visión de esperanza: la primera imagen de un mundo inédito. La frontera que marca el comienzo de una posibilidad de vida para nuestra agonizante especie.
Texum, nuestro robot, es inagotable. Alimentado de energía solar y paneles de auto-limpieza, que garantizan un extenso período de vida útil, nos aseguran el tiempo suficiente para un estudio acabado de las condiciones del planeta. Nos sentimos confiados.
Corre el tiempo. Texum se abre paso lentamente entre diversas siluetas y escenarios de desconocida naturaleza para nosotros, más en ellos, según análisis preliminares, hay condiciones favorables de vida.
Gritamos de alegría, nos abrazamos y hasta lloramos de felicidad. Ha sido una larga espera llena de trabajo y esfuerzo, no exento de fracasos y temores. Un nuevo mundo ahí, tan lejos, tan cerca.
Para nuestra sorpresa la alarma se activa. Texum se ha encontrado con un bloque de piedra sólida que lo retiene. La señal es interrumpida.
9 horas planetarias, no hay actividad. Los operadores están agotados tras infructuosos intentos de retomar la comunicación.
15 horas planetarias. La incertidumbre se instala en nuestros corazones.
42 horas planetarias. Un potente haz de luz aparece proyectado en las pantallas. Texum nos envía un mensaje de alerta. Ha sido capturado.
Su mensaje indica:
Planeta habitado por peligrosa especie de apariencia humanoide. Recursos contaminados, casi agotados. El robot cierra la comunicación con la palabra exterminar.
¿Exterminar? ¿Qué? ¿A quién? ¿Qué intentó decirnos?
Texum se encuentra a más de 500 años luz de distancia. No podemos hacer nada para ayudarle. Sólo nos resta la opción de enviar la orden para que se autodestruya.
En la inmensidad del espacio, apenas perceptible, una pequeña luz estalla y se apaga. El sistema solar y los 8 planetas que le orbitan, silenciosamente, desaparecen.
Desechamos esa ruta tan peligrosa. Buscaremos en nuevas constelaciones.
Nota al margen; en el próximo Texum incorporar una cuota menor de explosivo, se nos pasó la mano. Poco importa, nadie los echará en falta.
M.D
Licencia creativa de la Autora:
Debido a la velocidad con que se desplaza la luz, la visión de destrucción del sistema solar tardaría cientos de A.L. en ser percibida.
Para efectos del cierre del relato esta autora se salta ese pequeño/gran factor. Espero me dispensen. Muchas gracias |