Uno de los mejores pasajes de su libro "Campos de Níjar", expresaba: “Son las minorías selectas, no el pueblo, quienes suelen echar el dinero por la ventana, y hay muchas maneras de echarlo. El pueblo no tiene más remedio que resignarse, y aun cuando secunde alegremente sus delirios, el hombre de buena fe sabe distinguir, más allá de la anécdota, quiénes son las víctimas y quiénes los culpables”.
Cuando ganó el premio Cervantes 2014 por su libro "El Erial y sus islas", (que aún continúo leyendo), en un relato del libro señala:
“Nuestra percepción literaria y humana de las grandes creaciones novelescas cambia con la edad. […] Lo que la obra dijo al joven que fui no interesa al viejo y curtido lector. Nuestro yo se ha transmutado y por eso leemos un libro nuevo”.
Días después de su deceso a consecuencia de un derrame cerebral, su amigo Juan Cruz, decía que era un hombre capaz de grandes silencios y de extraordinarias polémicas. ¿Qué lo llevó a vivir sus últimos años en Marrakech?, nunca se supo a ciencia cierta.
Por su parte, la literata Mercedes Monmany, expresaría en Guadalajara, México, “No dejó de denunciar injusticias cuando era necesario y fue reticente a recibir los honores del microcosmos literario o de los estamentos oficiales”.
Una alma herida que siempre contestaba a la pregunta ¿Cómo estás? Con un “Estoy la mar de bien”. Concluyó Juan Cruz.
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