Soy yo, para bien o para mal, y hoy mi piel se vuelve de acero, porque mis órganos se hicieron de pan. Hoy me hundo en mi esfuerzo y me ahogo en tu altar. Ven a verme esta noche, ven a quemar mi final, incendiame con tu nombre, desarmame con tu sal. Ahorcame con los violadores, destrozame con tu perdón, humillame con tu desidia, abandoname con tu espesor. Ahogame profundo, lento, muy lento. Pues mi cuerpo aun te pertenece, pero ellos nunca tendrán mi voz, porque mi tristeza ya la tienen, pero no les daré mi perdón. Desgarrenme con el odio, destrocen mi temor, dividanme en lo que pienso. Me acercare a la locura, vere mi degradación, y ustedes tragarán mis palabras en un oscuro ardor. Pero les prometo que volveré.
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