tu que eres balsa en contra del correr del río,
tu que eres flor hermosa en el desierto del Sáhara,
tu que llevas calma al niño herido,
tu que eres fiera defensora de los tuyos,
tu que buscas la sabiduría cada día,
tu y todos los "tus" hasta el infinito,
no te aflijas.
cuando el corazón se sienta partir,
cuando la tristeza invada tus momentos de silencio,
cuando las lagrimas quieran ser libres de la prisión de tu alma aplacada,
recuerda que el Dios en el que crees es el máximo,
clama a él, y te escuchará,
calmará tu mente y dará alivio a tu corazón; y después, si deseas, me cuentas
sobre el desenlace de tu batalla-¡oh fuerte mujer!- ,que yo estaré dispuesto
a escuchar, para así dar aliento a tus espaldas cansadas ,y decir: ¡preciosa Dios te ama!.
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