Herméticamente Sellado
No he podido dejar de dar vueltas en la cama, es la sexta noche que estoy sin poder pegar un ojo hasta que está a punto de salir el sol… siento cosas, escucho ruidos, susurros, no lo sé, algo está aquí, estoy segura. Debo estar volviéndome loca.
Han tocado la puerta, claro que sí, lo acabo de escuchar, no creo que me atreva a levantarme de aquí, pero la sigo escuchando, mi primer impulso es cubrirme con las sábanas hasta la cabeza y rezar para que sea quién sea se vaya. Son las dos de la madrugada ¡por Dios!, ¿A quién se lo ocurre tocar una puerta a esta hora? Tres toques cada cinco minutos durante un cuarto de hora, finalmente el silencio y la paz. Cerca de las cuatro logro conciliar el sueño, tengo extrañas visiones pero asumo que estoy dormida porque reconozco que me encuentro en otro estado de conciencia.
La luz del sol me despierta, son las siete, volveré a llegar tarde al trabajo, mi aspecto es horrible, ojeras gigantescas y mi cabello parece un extraño animal del bosque. Me doy un baño con el agua bien fría para terminar de despertarme y poner a circular la sangre.
En quince minutos estoy lista, últimamente he aprendido a hacerlo rápido después de la partida de Toño y mis largas noches de pesadilla. Bolso en mano abro la puerta de la habitación y espero salir a toda prisa pero algo detiene mis pasos y me tira al piso.
Un paquete justo en la puerta de mi habitación, me aterrorizo y no necesito la noche y la oscuridad absoluta para temer, a plena luz del día en la seguridad de mi hogar siento pánico, me paralizo y no sé si sea capaz de ver el contenido. ¿Cómo es posible? Alguien entró a mi casa, mientras yo estaba en la cama aterrada, cubierta de pies a cabeza había una persona merodeando dentro de mi espacio, colocando una caja en la puerta de mi habitación sin hacer el más mínimo ruido.
No puedo detener el temblor de mis manos y la resequedad en la boca cuando decido abrir la caja. Debería buscar un cuchillo o algo punzante para romper la cinta pero no quiero moverme de allí, esa persona podría seguir en la casa. ¡Dios mío!, no puedo esperar más, con ayuda de mis dientes y uñas logro rasgar la cinta y al abrirla descubro una bolsa tipo ziploc cerrada cuidadosamente… dentro, el cuerpo duro de mi querido gato Toño y una nota escrita en un postic rosa: ¡No volverás a estar sola!!
|