Cuento


La Señorita.


Desde hace tiempo vivo acompañado por la Srta. Soledad y no le digo Sra. porque aún no nos hemos casado, además creo que nunca lo haremos puesto que ambos queremos seguir siendo lo más libres posible.

Y la verdad es que es muy buena compañera y me ayuda a barrer la casa y el patio, a regar los árboles y las flores del jardín, a cocinar, lavar y planchar y en todos los quehaceres que se requieren en una casa, lo único que no hace o no sabe hacer es abrir la puerta para ir a jugar.

Como entiende algo de literatura, de lenguaje, de escritura, de sintaxis, prosodia y ortografía se ha transformado también en una solícita asistente y ayudante en mi deseo de llegar a ser escritor, poeta, cronista o tan solo un simple reunidor de letras y palabras.

Siempre está dispuesta a ayudar en todo sentido, incluso días atrás me enseñó, con hilo y aguja, a pegar botones en una camisa, y por otro lado me dio una completa lección del uso correcto del punto y de la coma en la escritura.

Claro que muchas veces, cuando me invade el aburrimiento y comienzan mis reproches hacia ella y mutuamente herimos nuestros sentimientos, noto que se da cuenta de que algo u otro tipo de compañía o entretención es lo que estoy necesitando.

Entonces en esos momentos con timidez se acerca para ayudarme a mitigar mis pesares, buscando sin encontrar la forma de hacerlo hasta que entusiasmada y riéndose de algo se acuerda, y me trae a la memoria unas “manualidades” que en otra situación igual me había enseñado y que realmente me ayudan a espantar el tedio, el aburrimiento y el enojo, dándole otro importante matiz a nuestra compañía.



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