"Es importante poner en palabras las cuestiones." Haciendo un poco de catarsis después de ver (Y sobre todo de oír) una exposición de Darío Sztajnszrajber se me vino esta frase a la cabeza. Esto no es, ni pretende ser, ninguna novedad, como nada lo es en este mundo. Ya se ha dicho antes que no somos siquiera dueños de nuestros propios pensamientos, que no son más que el producto de años de acumulación de ideas ajenas y es ésta, como cualquier otra idea, otro eslabón más de una infinita cadena de entelequias.
No vengo a pecar de vanidoso. Ya alguien habrá dicho antes que yo todo esto que voy a tratar de decir ahora, y mejor seguramente, no lo sé, aunque si lo supiese, estaría ahorrándome el placer de desarrollar este plagio, cosa que estoy disfrutando mucho de hacer. ¡Que linda es la ignorancia! ¡Festejo todo lo que nunca vi, todo lo que no escuché, lo que nunca leí! ¡Cuánto daría por volver a ver por primera vez tantas películas, tantos cuadros!
En fin. "Poner en palabras las cuestiones." ¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que cuando uno tiene una idea, una posición o postura, un entendimiento de la realidad, una crítica, un aporte debería tratar de exponerlo de la manera más clara posible. Y eso sólo se logra a través de las palabras. Da mucha gracia ver a las personas tratando de ganar discusiones cuando ninguna de las partes puede desarrollar bien siquiera su propio argumento. La riqueza del lenguaje acá es la clave. Quizás uno entienda algo, pueda hacerlo e incluso demostrarlo pero no comunicarlo. Con las cuestiones del mundo abstracto es muy difícil hacerse entender, ahora con las más bien prácticas pasa a la inversa. Es más fácil enseñarle a alguien a besar besándolo que escribiéndole una teoría del beso. ¿Pero cómo le explico yo a la misma persona lo que siento al besar a la persona que amo? Quizás nunca pueda hacerlo o la parte receptora no logre nunca entender mi mensaje plenamente. Podría recurrir a comparaciones cursis o a analogías con mariposas pero no se acercaría ni un poco a la experiencia fáctica. Puede que sean dos ejemplos extremos, pero también muy didácticos. Darío Sztajnszrajber es un gran ponedor de palabras a las cuestiones abstractas. Me encanta como lo hace, como encuentra la forma de hacernos entender cosas de las que hablamos todos los días y que no terminamos de entender, porque no podemos ponerlas en palabras. A través de las palabras podemos pensar.
Siempre fui de la idea de que la lengua es tan importante como el cerebro. Cuando pensamos muchas veces lo hacemos moviendo la lengua. La voz que habita en nuestra mente es la misma que suena a través de nuestra lengua, tiene nuestro timbre, tono y demás características de nuestra voz. Una persona que naciera sin lengua lógicamente podría pensar pero lo haría de una forma muy distinta a los que tuvimos la suerte de nacer con ella y su entorno social debería adaptarse para estimularla de un modo distinto, pero siempre acudiendo a las palabras. Pensamos con palabras. ¿Se puede tener un pensamiento sin usar palabra alguna? Lo dudo. Una persona con sordo ceguera de nacimiento para poder desarrollar su intelecto debería recurrir al sistema morse, o a uno similar, y luego al braille pero siempre recurriendo a las palabras. No cuento con la formación necesaria para incursionar a fondo en estas cuestiones, simplemente son intuiciones que tengo. Tampoco digo que los sordos o los ciegos o la gente sin lengua no puedan pensar, sólo digo que yo creo, que como todo el mundo, lo hacen a través de las palabras, aunque en otros códigos. Seguramente la gente sin lengua piense moviendo alguna otra parte de su cuerpo, representando los símbolos del código morse, por ejemplo, de forma táctil con algún dedo o imaginando la sensación táctil del sistema braille, pero siempre acudiendo al fin, y por el código, sistema o lenguaje que fuere a las palabras. Yo creo que si experimentáramos con una persona a la que le quitáramos la lengua, los ojos y la audición y le enseñáramos por tacto el código morse durante todo su desarrollo podríamos ver a través de sus manos muchos de sus pensamientos. Pero ni Menguele se animaría a tanto.
Cuando uno no encuentra las palabras que necesita para desarrollar sus pensamientos tiende a acudir a palabras y frases ajenas, y por ende, a pensamientos ajenos y termina repitiendo por boca de ganso ideas de otro. Vamos por la vida repitiendo, muchas veces inconscientemente, frases de otros sin pensar bien ni siquiera si realmente estamos de acuerdo con ello. "No quieren laburar."; "Son todos chorros."; "Agarra la pala."; "Los extranjeros nos roban el trabajo"; "Piden para el vino"; "Los del campo son todos oligarcas"; "Hay que matarlos a todos"; "Por algo será"; "Muerte a la policía"; "Nos están adoctrinando"; "Nadie menos" etc.
Discutimos con unos y con otros sin profundizar en "nuestros" argumentos y somos carne de cañón para los que usan nuestras cabezas vacías de palabras. La comodidad de tomar una frase hecha por no tener la voluntad o la capacidad de poner en palabras las ideas nos hacen caer en ideas de otro que si se toma el trabajo de pensar por nosotros y encima la cuestión es gratis. Bueno eso de que es gratis será otra idea más para desarrollar. |