DEMASIADO LARGO
Hay veces que me sorprendo de lo largo que lo tengo.
Incluso, en aquellas oportunidades, hasta mi mujer de turno se sorprendía.
-Mirá que hay veces que está tan largo que ya no parece ser el mismo. Y eso que ya te lo conozco desde hace tiempo -me dijo una vez.
Muchos hombres me envidian y desean tenerlo como el mío.
Sin embargo, por momentos se vuelve inmanejable.
Me han ofrecido utilizarlo en películas, pero me da verguenza mostrarlo.
Lo oculto de todas las formas que puedo y el momento más incómodo es cuando lo tengo así en la calle.
¡Dios mío! Cuanta verguenza paso en esos momentos. Evito todo contacto con la gente, aunque varias veces sentí me señalaban y se reían.
-No lo mires -le dijo una señora ofendida a un niño que, por la edad, parecía ser su nieto.
Lamentablemente ninguna mujer me satisface y hace tiempo que descubrí las manos mágicas de un hombre. Él si que sabe como tratarlo y sentirlo trabajar es un festín a mis sentidos.
Cuando acaba su labor, todo vuelve a la normalidad para mi, aunque a él le molesta el residuo blanco que le dejo por todos lados. No es mi culpa, no puedo evitarlo.
Desde que me atiende, lo blanco que le dejo se multiplicó al punto de que parece que llegó la navidad. Esto no me pasaba con ninguna de mis damas de turno.
Lamento decirlo, pero como ese hombre, que posee uno similar al mío, no hay mejor opción para el trabajo.
Y encima de todo, me cobra menos que esas pretenciosas de uñas largas y labia berreta.
Con él vamos directo a los bifes, sin palabras que mediar más que un «Hola, ¿cómo estás?». Él sabe para que estoy allí y conoce como me gusta. ¿Mejor? Imposible.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez y me urge verlo. Estoy yendo a su encuentro, esta vez sin acuerdo previo. Voy de sorpresa porque ya no aguanto más y le pagaría lo que fuera por el inconveniente, él lo vale. Lo tengo muy crecido, tanto que siento que me va a explotar. Se me hace incómodo caminar y la gente se mosquea a mi paso. Entiendo que no les gusta que los toque, pero bueno, no puedo evitarlo, así de largo está.
Ya casi llego. Allí aguarda mi hombre favorito, dueño de esas increibles manos.
Ya llego, ya casi puedo sentir como comienza a trabajar sobre mi.
Está ya demasiado largo y verguenza me da caminar por la calle así.
Estoy a pocos pasos y ya puedo vislumbrar la entrada.
Pero ¿qué demonios?
«La peluquería se encuentra cerrada por vacaciones»
¡Maldición!
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