Dos grandes consideraciones dieron motivo a la fundación de Lima por don Francisco Pizarro González el 18 de enero de 1535.
La primera fue el deseo de establecer una capital ubicada cerca del mar, para facilitar el comercio con la metrópoli.
La segunda fue la necesidad de formar una corte de carácter español, que señale la índole del nuevo régimen controlador.
El Cuzco fue el centró del imperio bajo el dominio de los Incas, uno de los rasgos más notables fue su falta de comunicación con el mundo exterior del que desconocía todo, la historia del Tahuantinsuyo nos cuenta que era una entidad centralizada en la persona del monarca, quien usualmente residía en el Cuzco y del cual irradiaba toda la autoridad, descendiendo por una larga serie jerárquica hasta llegar al hogar de cada familia, por remota o humilde que fuese igualmente se hacía sentir en todas las partes del inmenso imperio, cuando la residencia del Inca se mudaba estableciéndose ora en Quito o en Tumipampa, o en Cajamarca y sus baños termales, entonces el imperio empezó a perder su fuerza interior y su vigor expansivo, fue el síntoma de un progresivo decaimiento y que se manifestó en la lucha interna fratricida entre Huáscar reinando en el Cuzco y Atahualpa en el reino de Quito.
Tras el arribo de los españoles a principios de 1532, la sinfonía de la conquista empezó a desarrollarse en fuerte crescendo y cuyo momento más estruendoso fue la captura de Atahualpa en Cajamarca; en marzo de 1534 fue tomado el mismo seno del dominio Inca el Cuzco, que ya se extinguía pero era aún representado todavía por el títere trágico que fue el valeroso Manco II, esta tentativa de establecer el poder español fue un fracaso automático a causa de factores irremisiblemente inherentes al medio natural y psicológico de la antigua corte, que motivo la búsqueda de otro sitio más apropiado al nuevo régimen, primero ubicándose en Jauja y luego en Pachacamac, para finalmente a guisa de culminación la fundación de la ciudad de los reyes en el valle del Rímac el 18 de enero de 1535.
Desde el punto de vista de Pizarro y de los representantes del Rey de Castilla, la fundación de Lima fue un acto bien pensado e inevitable:
En primer lugar la nueva ciudad tenía en sus cercanías a uno de los mejores puertos de toda la costa occidental de sud América.
En segundo lugar distaba casi lo mismo de Panamá, México y de Chile, regiones que eran los extremos efectivos del naciente territorio colonial.
En tercer lugar las condiciones geográficas y climáticas del sitio escogido, fueron sumamente propicias para una ciudad destinada a ser un micro cosmos español, artificial y deliberadamente creada en una tierra de tradición muy distinta y recientemente dominada por sus invictos invasores.
Feliz o infeliz habría sido el mestizaje, pero en todo caso fue precisamente el mestizaje que la corona quería evitar hasta donde podía, la teoría del gobierno real miraba la continuación de la raza colonial dentro de la fe cristiana, en Lima el cruzamiento de las razas nunca produjo una confusión, Lima carecía de una aristocracia Inca, con la que los caballeros españoles podían unirse para engendrar familias legitimas de sangres y tradiciones diferentes, Lima también ofrecía un ambiente ameno y propicio a las damas españolas, que comenzaron a llegar y que se constituyeron en las progenitoras de la clase criolla nacional y se empezó a ver en el aspecto general de Lima, en sus hermosas iglesias y sus mansiones señoriales, en sus edificios públicos y en la actividad de sus calles y plazas, esa vida de la época colonial rica en fiestas religiosas y en regocijo resplandeciente, como por ejemplo la celebración del cumpleaños del monarca y las entradas de los virreyes, variada a menudo por el jolgorio de las clases populares; el que lea las paginas nutridas de colorido del manuscrito inédito del virrey conde de Chinchon, o lea el diario de Mugaburu, o las poesías variadas de Cabiedes, o el capítulo XXVI del lazarillo de ciegos caminantes de Calixto Bustamante Inca llamado también Concolorcorvo, o trozos de poemas de Peralta Barrionuevo y del conde de la granja, o las inmortales tradiciones peruanas de don Ricardo Palma, conocerá a fondo los diversos aspectos de la vida limeña, igualmente el lector vera que esa vida a pesar de su diversidad, se ajustaba casi por completo dentro del molde español, pues todos los aspectos y clases de la vida hispana se hallaron reproducidos, la hidalga, la religiosa, la jurídica, la militar, la comercial y la picaresca.
Lima yo no sé con qué lisura
Me robaste el corazón.
Como Juan de Arona lo definía:
Lisura – frescura, llaneza, desenvoltura, desvergüenza, desacato, atentado ¿Qué se yo? Es un peruanismo como Pisco.
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