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Corto Lebón V: En el espacio infinito

I

Después de mucho pensarlo llegué a la conclusión de que la culpa la tiene el boludo de Mendel. Verás compadre, es obvio que cualquier tipo de fenómeno: físico, químico, biológico, económico incluso, precede, y por mucho a las Leyes que lo describen. Pero no menos cierto es que una vez establecida la Ley, el Universo parece adaptarse a la misma, como solidarizándose con aquellos que se rompieron la cabeza para formularla, generándose algo así como una profecía autocumplida. Y esto nos lleva de nuevo a Mendel, un cura que vivió hace topecientos años y que en lugar de esmerarse en preparar los sermones para sus fieles o dedicarse a estudiar antiguas lenguas muertas para leer las Escrituras originales o a fastidiar a las minitas que usan la pollera por arriba de las rodillas, se dedicó en su tiempo libre a cruzar guisantes amarillos y verdes. Lo que deriva de eso es muy conocido, son las Leyes que hacen a la base de la genética a través de las cual podés hacer una pila de cosas que abarcan desde conocer el fenotipo de tu tatarabisabuelo hasta clonar un dinosaurio con el ADN que portaba un mosquito fosilizado. Así pues, si el bueno de Mendel estableció que una anomalía genética puede ocurrir, el Universo se repliega en derredor para que la misma cobre realidad.

Yo soy la anomalía genética de mi familia que, hasta mi no tan gloriosa irrupción, estaba compuesta de tipos gigantes valientes como leones, feroces como osos con dolor de muelas, aventureros hasta el infinito y de intelecto que, siendo muy generosos, podríamos calificar de aceptable.
Yo soy la antítesis de todo eso. Con 1,60 m de estatura y el arrojo de un ratón con miedo, mi sentido de la aventura se reduce a jugar el Alien vs predator en donde siempre hago de alien, porque esos horribles bichos babosos viniendose al humo para hacerte fleco realmente me impresionan. Ahora bien, es en el intelecto donde yo tengo mi punto fuerte. Soy un freake de las computadoras, obviamente un nerd y con todas las letras, un hacker. A mí no hay cortafuegos que se me resista y me encanta irrumpir donde no soy invitado. A los diez años de edad, como Pedro por su casa entraba al sistema de las escuela y por el módico precio de un beso, cambiaba las notas de las niñas más guapas. Ya de adolescente me encantaba meterme en el sistema del tío abuelo George y mandarlo a perforar buscando petróleo al Círculo Ártico, pero mi blanco preferido era el Servicio – No – Tan – Secreto, al que le cambiaba sus archivos ultraclasificados por bellísimas animaciones del Super Mario. Obviamente no les hizo una pizca de gracia y seguramente mis cortos huesitos hubiesen terminado en un correccional juvenil de no ser por los ingentes esfuerzos de mi padre, la dulce belleza de mi madre, que tenía hechizado a todo el Servicio y el hecho de que yo había escondido información en la nube, que de salir a la luz obligaría a los Jerarcas a contestar un sinfín de preguntas la mar de molestas.
En esos días mi viejo andaba tan envuelto en llamas respecto a un servidor, que le atribuía mi paternidad al albañil de la obra de enfrente. Obviamente quedaba así servida en bandeja la pelea del siglo, que se prolongaba durante horas fuera y dentro del agua y cuyo final implicaba el preludio de una maratón de sexo salvaje, que en teoría no debía yo de conocer.
Con el transcurso del tiempo el Servicio llegó a la conclusión de que obtendrían mayor provecho y menos migrañas si trabajase para ellos. Así pues, desde hace un tiempo soy su asesor informático y sigo haciendo las mismas maldades que antes, pero donde me lo indican. También en esa época mi padre pensó que para no desentonar allí me sería de gran provecho tomar clases de artes marciales. Así lo hice pero a los tres meses el sensei me regaló gas pimienta para defenderme y dijo que lamentaba no proseguir con las clases pero que las retomaríamos cuando se invente un cinturón de menor jerarquía que el blanco.
Por todo esto es que no uso el tradicional “Largo” como sobrenombre, de uso común hasta entonces en mi familia, ya que todo tiene un límite y rotundamente me niego a ser un oximoron con patas.

II

Apenas desperté aquel día, supe que iba a ser distinto a tantos otros. Para empezar no me dolían los ojos lo que ya de por sí era rarísimo. Es que, cuando uno es un nerd informático, el dolor de ojos es una constante, algo así como una segunda piel. Podés usar anteojos especiales, pantallas protectoras y todo lo que se te ocurra pero el dolor siempre llega y no se va una vez que se instala, así que terminás por aceparlo como parte de la vida. Ese día los ojos no me dolían ni un poquito, ciertamente raro. Y la cosa siguió así al tomar el bondi. Había lugar de sobra y asientos vacíos, cuando la ley general es que viajemos apretujados como hormigas, moviéndonos permanentemente hacia atrás acicateados por la voz de barítono del chofer. Otra sorpresa tuve cuando al cruzarme con el Sr K me saludó diciendo:

-Buenos día Lebón, en horario como siempre, lo felicito –

Algo azorado, le retribuí el saludo sin entender todavía que pasaba. El Sr K era el Jefe del Servicio y era un secreto a voces que odiaba a mi abuelo con la fuerza de mil soles, sentimiento del que participaba también a sus descendientes, aunque en la versión diluida. Muy raro, rarísimo.

Y sin embargo, la sorpresa más grande aguardaba en la ratonera que era como se conocía al habitáculo de los nerds.

Era como si se hubiesen conjugado la maléfica belleza de la Yaron Ston de “Bajos instintos” con la hermosa candidez de la mujer del Zorro – Banderas. Le calculé unos 1,70 metros sin tacos. Su aleonado cabello se derramaba sobre los hombros menudos, como hilos del sol del mediodía. Sus angelicales rasgos armonizaban con la fértil pradera que se insinuaba en los agudos y bellos ojos. Sus labios generosos tenían el vivo color de las granadas y se me antojaban así de exquisitos. Vestía una inmaculada blusa de seda con dos botones desprendidos (le hubiese regalado mi bono de fin de año si accedía a desprender un tercero) y vaqueros que inequívocamente reflejaban las curvas de vértigo. Unos zapatos blancos de tacón, a juego con la blusa completaba el atuendo tan sencillo como infartante.

Fuerte y claro transmitía: “rompecorazones letal, acérquese bajo su cuenta y riesgo”

Insólltamente, balanceándose con la gracia perfecta de las gimnastas o bailarinas, se me acercó y dijo:

-Busco a Corto Lebón, ¿lo conoces? –

¿La verdad? No sé que me impulsó a hacerlo. Tal vez el día surrealista, tal vez unos celos inexplicables ante tanta gracia perfecta, tal vez un lapsus de inspiración diabólica…o mi sentido ácido del humor, el cual sí es una herencia de familia.

-Puedo conocerlo, aunque aquí adentro somos como mil, ¿para que lo necesitas? – respondí
-Mi Jefe me mandó a buscarlo, podés creer que no fue idea mía –
-¿Ah no? –
-¡ Ni pensarlo ! ¡ Soy una agente de alto perfil, no la niñera de un nerd que si lo sacás a la calle se extravía ! –
-Es un poco duro eso, sencillamente nos abstraemos en nuestro trabajo –
-Sip claro, esa es la excusa para evadirse y vivir en el cyberespacio. Allí no hay dolor, tragedia, muerte, injusticia. Han creado su isla de Guilligan´s y que se joda Dios y el mundo de paso –
-Está claro que no conocés el cyberespacio, pero aún aceptando lo que dices, ¿qué tan malo sería? ¿a quién dañamos? –
-Para empezar a Ustedes mismos, porque aceptan impasibles que la vida les pase de largo. Por ejemplo, ¿cuantas chicas has conocido? –

Su voz entonces se hizo más aterciopelada, insinuante, glamorosa…sexy hasta el infinito, en pocas palabras

-¿Y a cuantas le devoraste los labios en un beso húmedo, brutal y salvaje? – preguntó acercando sus labios preciosos a centímetros de los míos.

-¿Y con cuantas de ellas rozaste las puertas del Paraíso y del infierno en una noche infinita de pasión absoluta? – interrogó nuevamente con una voz aún más insinuante, aunque pareciese imposible.

Yo busqué en mis recuerdos alguna de las frases matadoras que agendé de las películas yanquis, pero tenía la mente en blanco. Para completar la humillación creo que me puse rojo como un tomate.

De súbito, ella sonrió con dulzura y dijo:

-¿Vamos a seguir con las bromas, Lebón? –
-¡¡¡ Ahh !!! ¡¡¡ Me calaste desde el principio, bien merecido lo tengo!!!! Lo que no tengo son palabras para disculparme. No sé lo que me pasó, en realidad no soy así, pero hoy es un día muy raro –
-No te preocupes Lebón, estoy acostumbrada a que me subestimen. Es el precio que se paga por ser un estereotipo viviente pero aún así tiene sus ventajas –
-Como poner en su lugar a los tarados que se piensan listos –
-Algo así ¿Qué te parece si empezamos de nuevo? –
-Me parece perfecto, soy Corto Lebón, aunque ya lo sabías –
-Yo soy Lily Kovacs –
-¿Craolla ehhh? -
-Tan craolla como la jinetiada, el Mozart argentino Charly y el Gran Román –
-¡¡¡Ahh bonita !!! Decididamente me caés bien. Ahora, si me permitís una pregunta, no soy una celebridad en el Servicio, ¿como me reconociste tan rápido? –
-Es fácil, Lebón. Sencillamente elegí al más guapo –
Qué delicia de ironía, pensé…….La Jessica Alba no le llega ni a los talones ¡¡¡ Esta mina sí que es fantástica !!!

III

El misterio se develó en el estudio del Jefe. No del Sr K, sino del Jefe Supremo, varios escalones más arriba del Sr K y solo un peldaño más abajo que Dios.
Vea amigo, el Supremo pocas veces sale de su oficina y en muy pocas ocasiones habla. Y cuando lo hace, hasta el mismísimo Universo escucha. Puede que no le dé bola después, pero escucha…y con respeto. De repente ya no me parecieron extraños los sucesos de aquel día.

-¿Sabe por qué lo he mandado a llamar, Lebón? – preguntó el Supremo.

- Ni idea, Señor Excelentísimo – le respondí.
- Porque Usted es quien conoce mejor a nuestro enemigo –
- Y es…. –
- El General Invierno –

La verdad es que me sorprendí al oírlo. El General Invierno era un delincuente inofensivo que había ayudado a capturar hace algunos meses, después de que un montón de indignados vecinos se quejara de que alguien pintaba el escudo de RiBer Plate en los frentes de sus casas, propagando así el frío hacia toda la propiedad. Yo hice un software para censar los puntos más fríos de la Ciudad y así pudimos seguirle la pista, logrando capturarlo dos minutos antes de que subiese al avión para escapar. Que yo sepa el Juez ni siquiera vio la necesidad de encerrarlo y le dieron algunas horas de trabajo en la Comunidad. No debía de ser el mismo, era impensable….

-Lo es, Lebón – dijo el Supremo adivinando mis reflexiones
-¿Pero cómo es posible? –
-Se juntó con algunos que lo catapultaron a las Ligas Mayores –
-Ahh, ¿con quiénes? –
-Gente que está muy arriba –
-¿Arriba de quién? –
-Arriba del planeta –

(Esto se ponía cada vez mejor)

-ET? –
-O alienígenas, si así le place llamarlos –
-¿Y el motivo? –
-Apoderarse del mundo, desde luego –
-¿ Y como piensan hacerlo? –
-Pintándolo todo de blanco con una banda roja en diagonal –

¿La verdad? Me quedé sin palabras. Era una idea tan inconcebiblemente monstruosa….. Era un retorno a la era glacial, con gigantescos bloques de hielo sepultando las ciudades. La mitad de la vida del planeta se extinguiría, la otra quedaría con los corazones y pechos fríos, sin aliento y sin pasión. Solo los fabricantes de bufandas prosperarían en aquel apocalipsis…Una auténtica pesadilla….

-¿Cómo lo detenemos? – aún azorado, atiné a decir
-Necesitamos rastrearlo, Lebón. Para fabricar el arma en la escala que necesitan, han de establecerse en un planeta helado de alguna galaxia. Usted habrá de ampliar el alcance de su software para detectarlo –
-Disculpe Señor pero desde aquí es imposible. No existen sensores de tamaño alcance –
-Lo sé, Lebón. Por eso deberá embarcarse en una nave espacial –
-¡¡¡¡ Una nave espacia l!!! ¡ Pero si no puedo subir a un avión siquiera sin que me dé un ataque de nervios ! ¡¡¡ Las únicas personas excomulgadas de Aerolíneas somos yop y la Xipolitakis !!! –
-¡¡¡ El Enterprise no es un avión, grandísimo idiota !!! ¡¡¡ Es la nave insignia de la exploración espacial !!! –rugió el Supremo y hasta los vientos se callaron.
-Además no irá solo, Lebón. Kovacs estará para protegerlo. Ella es absolutamente letal, con o sin armas. No tema, Lebón, estará más cuidado que Messi en los partidos de la Liga Española – expresó luego el Supremo, suavizando la voz.

Vi entonces que me miraba Lily con el corazón en sus ojos y me dije que si existía una persona en el mundo capaz de convertir en león a un roedor tímido, sin dudas era ella.
Por ella lo intentaría……y que Dios nos ayudara a todos…..

IV

Todo el que como yop, cargue con la mochila de ser corto en estatura, sabrá bien de lo que les hablo. En la primaria estás siempre en el primer lugar de la fila lo que te convierte en el blanco elegido de todos los que tenés atrás para un sinfín de maldades que abarcan desde tirarte con bolitas compactas de papel, con una gomilla que se dispone entre los dedos como una especie de honda (duele como la gran puta, dicho aunque sea de paso), hasta pegarte en el cabello caramelos y chicles si estás en un buen día y un sinnúmero de asquerosidades, si no lo estás. Después tenés que bancarte que el matón del aula (siempre hay uno) te choree las figuritas y las golosinas que con tanto esfuerzo acumulaste y en los partidos de basket hasta el tronco más tronco alimenta su ego metiéndote un tapón. En definitiva, en esa especie de pirámide alimenticia, si no estás en la base misma le pegas en el palo. Sip, la primaria fue un infierno y la secundaria, que es como una prisión en la que tenés que abrirte paso a codazos, no me prometía mejoras en lo inmediato. Fue entonces cuando se me ocurrió la idea salvadora: explotar al máximo las dotes que siempre tuve: agudeza visual, talento para la inventiva y capacidad de asociar imágenes, vale decir todo lo que se necesita para ser un perfecto creador de apodos. Fue una invención genial que me deparó una paz duradera. Obviamente no me salvaba de todo, siempre quedaba el clásico chichón del suelo o Chuky, el muñeco maldito pero bueno, unos cuantos sobrenombres bastante contundentes y humillantes vertidos en los oídos adecuados y hasta esos trajines disminuyeron. Ciertamente, nadie quería lola con alguien que te podía obsequiar un apodo que ibas a cargar toda tu vida…o al menos durante la secundaria.

Así pues, el hecho de crear apodos, con el transcurso del tiempo se me hizo una especie de reflejo condicionado en situaciones en las que me encuentro nervioso o aterrado. Como lo estaba en el Enterprise, suspendido en el vacío absoluto, a topequiticientos metros sobre el nivel del mar.

Para hacerla corta, no se salvó nadie.

Ni el Capitán:

-¿Cómo andás bola de boliche? ¡¡¡ Pavimento de piojos !!! Jajajaa

Ni el Primer Oficial

-¡¡ No panza nada ehhh !! ¡¡¡Seguro que a vos te dicen carpa de indio, porque no te entra ni un vaquero !!! jajajajja.

Ni el oficial táctico

-¡¡¡ A vos seguro que te dice mansión de millonario!! ¡¡¡¡Porque tenés como doscientos metros de frente!!! Jajjajajaja.

Y menos aún el Comandante de a bordo, que era un androide:

-¡¡¡ Igual de expresivo que el Impresentable !!! ¿También bailás como él? jajajajajja –

Y así sustantivamete. Vale decir, a la media hora todo el mundo me quería romper hasta el último huesito de mi corto cuerpo. A las dos horas directamente me querían matar. En ese interín Lily estuvo muy ocupada rompiendo algunas cabezas y después del enésimo tripulante que se fue con el ego magullado, tuvo al fin algo de paz.

-Vos sí que sos genial haciendo amistades, Cortito – visiblemente cansada, me dijo luego.
-Es por los nervios ¡ me sale sin pensarlo ! – intenté explicarle
-¡¡¡ Entonces controlate !!! ¡¡¡No me apetece una pizca que me maten luchando contra nuestros amigos !!! – me retrucó furiosa

Bueno, si quería intimidarme, no lo estaba logrando:

-¿Sabés que sos bellísima cuando estás enojada? –
-Cortoooooo…. –
-En serio, la piel se te pone de un rosado adorable y esos ojazos preciosos brillan como un sinfín de luciérnagas –
-¡ Que bueno Cortín, vivo para divertirte ¡ –
-Uy, ¿de nuevo metí la pata? –
-¿Vos que opinás? –
-Lo lamento, guapa. Siempre meto la pata con las chicas, al menos con las que no están detrás de la pantalla. Tenías razón antes Lily, en el mundo real no tengo una vida –
-No te acongojes Cortín, de hecho el problema no está en lo que dices, sino en el momento elegido –
-¿Te parece, bonita? –
-Estoy segura amiguito –
-¿Entonces estamos bien? –
-Solo si conseguís controlarte – me respondió ensayando una sonrisa

¡ Ay compadre! , si Lily era desbastadora sin sonreír, opacaba a los mismísimos dioses del panteón que prefiera cuando sonreía.
Supe así, que haría hasta lo imposible para que esto se repitiese.
Todo estaría bien, a partir de entonces….de verdad que sip.
.
V

Así cuando vos viajás desde Tucu hasta cualquier lugar del planeta, una escala en Termas es prácticamente obligada, lo mismo pasa con los viajes al confín de las galaxias, tenés que hacer una escala en Marte. Es tradición si querés llamarlo así, yo diría que hasta está escrito que debe hacerse.
Es así que andaba yop deambulando por el planeta que ha de ser nuestro próximo destino cuando terminemos de hacer mierda la tierra. Lily se quedó en la nave haciendo unas lagartijas y cuando salí iba por la número doscientos cinco. Me cansaba de solo verla.
Tan distraído estaba que casi me choco con una cúpula transparente y enorme, dentro de la cual un musculoso tipo azul en pelotas meditaba con las piernas cruzadas. Cuidadosamente elegí mis palabras, pues siempre hay que tener extremo cuidado en un primer contacto con alienígenas.

-Decime compadre, ¿no te cagás de frío así de desabrigado? –
-¿Eres tú pequeño saltamontes? – con los ojos aún cerrados, preguntó
-No, amigo. Soy Cortó Lebón –
-Entonces pirá de acá, muerto –

Era un léxico medio raro para un alienígena. Además el tipo me resultaba familiar. Finalmente rebuscando en mi disco rígido cerebral, hallé la respuesta.

-¡¡¡ Vos sos el Dr Manhatan !!! –
-No, si vuá sé el Mahatma Gandhi, boludo –
-Sinceramente, no esperaba encontrarte acá -
-En eso coincidimos, yo también esperaba que nadie me encuentre –
-¡ Pero vos sos una celebridad ! ¿Tanto te jode la falta de privacía que venís acá a esconderte? –
-Ojalá fuese tan solo una celebridad, Lebón, ¡ si así fuera tiraría cohetes ! –
-No entiendo, ¿qué puede ser mayor a una celebridad? –
-Un dios –
-¿Qué? –
-Sip, al principio yo tampoco podía creerlo. Pero bueno, alguien allá pensó que el Todopoderoso estaba siempre muy ocupado y que necesitaban un dios local más disponible. Y ahí andaba yop, libre para ocupar el puesto vacante –
-Es insólito, claro, pero no le veo la contra. ¡ Ser un dios es la leche ! ¡ Tenés fieles que adoran hasta el suelo en que pisas y un sinfín de sacerdotisas sexys -
-Lo malo es la letra chica del Contrato –
-No entiendo –
-Y no sabés lo afortunado que sos. ¿Vos tenés la más putísima idea de lo que es tener cientos de miles de voces en la cabeza a cada instante, pidiéndote toda suerte de pelotudeces? Uno que me pide que bendiga su familia ¡ Pero si anda mirando el culo de las mujeres apenas pone un pie fuera de la casa ! ¿Piensa que soy tan boludo que no me doy cuenta? Otro que me pide dinero, ¡ claro, la mar de sencillo, total yo soy la casa de la moneda! Después están los que me piden que le haga un mal a otro. Un tipo, por ejemplo, me pidió que su jefe se muera, casi al mismo tiempo en que el jefe me pedía que se muera el tipo. Entonces, ¿a quién le doy bola? Y por si fuese poco están los que piden cosas imposibles, como la paz mundial ¡pero si están empeñados en hacerse mierda por las cosas más triviales! ¿qué pretenden que yo haga? Aún así, los peores son los argentinos que me piden trabajo y prosperidad para el país…¡¡ ahh qué fácil !!....ellos votan inútiles que desmantelan la producción y los endeudan hasta el infinito ¿y quieren que yo arregle el entuerto? ¡¡¡ De acá !!! como decía el gran Olmedo…… En definitiva compadre, me harté y me fui lo más lejos posible, que ahora veo que no es suficiente –
-Por mí no te hagás problema, mis labios están sellados –
-¿En serio? –
-Ciertamente, olvidaré esta conversación apenas me marche –
-¿Y no querrás una ayudita? –
-Pues nop –
-Puchas…bueno, está bien, voy a creerte, todavía me quedan principios morales –
-No sabés cuanto me alegra –
-Aún así, yo en tu lugar me las picaría, no vaya a ser que cambie de opinión –

No me lo haría repetir, ciertamente. Aún así, había una pregunta que me quemaba las entrañas.

-¿Vas a seguir siendo un dios, compadre? –
-No lo sé, Lebón. Soy como el hijo de Alfonso, no encuentro un lugar donde calce –
-Podrías socializar con otros dioses y diosas. Hay algunas muy bellas, por lo menos así lo dice la mitología –
-¿ Y alguna podrá enamorarse de un tipo que es todo azul? –
-Pues….-
-Yo no lo creo Lebón, las únicas opciones para mí disponibles son la mina de Avatar y la Pitufina y ninguna de las dos es mi sueño húmedo, por así decirlo –
-Lo lamento, compadre –
-No hay drama, Lebón, se juega con las cartas que te tocaron. Por cierto, ¿no te ibas? –
-Considéreme ido, Dr Manhatan –
-¡¡¡ Ya !! –

No me lo tuvo que repetir otra vez y activé la señal de transporte. No es que me encante ser disgregado en moléculas, pero compadre, hay veces en que no podés optar.

Aún así, mi último pensamiento fue una plegaria al Todopoderoso por un triste dios postmoderno absoluta e infinitamente solo.


VI

Siempre rastreando la señal de frío recorrimos n- galaxias y tuvimos que detenernos en un curioso planeta rodeado por cuatro soles para que los propulsores descansen. Charlábamos entre nosotros para convenir si valía la pena explorar aquel mundo, cuando todos oímos una aguda voz que así decía:

-¡ Ey los de adentro de la nave ! –
-¿Sip? – interrogó cabeza y tuna
-¡ Tienen 2 minutos para rendirse sin condiciones ! –
-¡ Póngala en pantalla ! ordenó entonces bola 8
La pantalla nos devolvió la imagen de una bellísima mujer, con un mameluco ceñido que le sentaba a las mil maravillas. Era como una supermodelo sosteniendo una especie de arma gigantesca entre sus brazos delicados. Yo la miré fijamente y recordé entonces:

-¡ Vos sos Diana ! ¡ La de V invasión extraterrestre ! –
-Efectivamente, la misma que viste y calza –
-¡ Pero vos estás muerta ! yo vi el capítulo en que te mataban –
-Era un doble, Lebón. Si Sadaam tenía varios ¿por qué no iba a poder tener uno yop? –
-Me conoces? –
-Ciertamente, hasta este planeta ha llegado tu fama de hacker –
-Mirá vos, guapa. Y que hace una cosita tan bella con un arma gigantesca en los brazos? –
-¿Querés la versión corta o la larga? –
-La corta, pues –
-Los voy a hacer mierda –

(Puchas, hubiese elegido la larga)

Entonces Foquito se adelantó hacia la pantalla, expresando:

-Mi Sra extraterrestre, esta es una nave de combate, con cañones de rayos y torpedos fotónicos. ¿En serio piensa que nos puede asustar con una pistolita? –
-Esta pistolita, como Ud le llama, tiene una potencia destructiva de cien mil megatones. Con eso bastaría para arrasar un planeta y como si fuese poco, está reforzada por pintura azul con una franja horizontal amarilla en el medio.

Me preocupé entonces, claro. Era la viva imagen del infierno, por así decirlo. El calor humano habría de ser insoportable. Inexorablemente avanzaban las agujas y se vencía el exiguo plazo cuando se oyó una voz furiosa.

-¡¡¡ Diana, pendeja de mierda, otra vez haciendo de las tuyas !!! –
-¿ Y que querés que haga Juancito, en este muerto planeta como el infierno de aburrido? –
-Podés vigilar a tu hija, que acaba de morfarse el gorrión de la vecina –
-¡ No es verdad ! ¡Ella me prometió que dejaría la comida-chatarra! –
-Andá a verlo y comprobalo –
-¡¡ Qué demonio de niña, la viva imagen del padre !! ¡ Pero esta vez le voy a dejar el culo como gelatina de tantas patadas !! – rezongó la supermodelo al tiempo que se marchaba refunfuñando.

Se nos acercó entonces un individuo, indudablemente terráqueo. Era de complexión delgada y bastante alto y se presentó diciendo:

-Comandante Jonh Koenning, de la ex base lunar Alfa -

Huelga decir que después de recuperarnos de la sorpresa, el comandante, una verdadera Leyenda en la tierra, nos contó la increíble odisea que los llevó hasta allí:

-…..Y sip, andábamos atravesando el espacio en nuestra Luna viajera buscando un planeta donde vivir pero nunca nos decidíamos, que uno era muy caluroso, que otro demasiado frío, que uno tenía demasiada agua y otro demasiada tierra. Al final los productores se embolaron, nos cortaron el presupuesto y tuvimos que desembarcar en el primero que vimos. Al sobrevolar el planeta los exploradores nos dieron una buena y una mala noticia. La buena: el planeta era habitable. La mala: que ya estaba habitado. Así pues, tuvimos algunas batallas épicas con los lagartos hasta que advertimos que el planeta era demasiado grande y que tranquilamente cabían allí las dos especies. Además nos necesitábamos mutuamente. Nosotros de ellos, para conocer las características y peligros de aquel mundo y ellos porque el agua era un recurso que se les estaba agotando (de allí su desastrosa invasión a la tierra) y nosotros sabíamos replicarla. Al principio abundaron los recelos, pero nos terminamos amigando. En realidad los lagartos no son malos tipos y hasta termina siendo bastante útil tenerlos cerca, ya que nos limpian de bichos el campamento. Podemos decir que hallamos una paz duradera –
-Aunque algunos me parece que reniegan de esto, me da la impresión – acoté luego
-¿Vos lo decís por Diana? Y sip, ella añora el pasado, yo no podría culparla, tiene el corazón de una leona, ¡ es una genuina guerrera! No es fácil para ella–
-Tampoco lo será para el marido, pienso –
-¿El marido? Diana es soltera. Todavía no halló un hombre que esté a su altura y dada la poca oferta, no parece probable en el futuro inmediato –
-Pero ella tiene una niña –
-Ahh sip, pero Donovan está en la tierra –
-¿Donovan? ¡ Pero si se odiaban a muerte ! –
-¿ Y eso que tiene que ver? Un rapidito no se le niega a nadie –

Lógicamente, la charla después derivó hacia las noticias de la tierra.

-Decime una cosa Lebón, ¿están mejor ahora las cosas que en la década del 70? En ese entonces estaban a un tris de apretar el botón rojo –
-No sé que decirte, Juan. Mejoró en lo referido a que ya no es inminente la destrucción total del planeta. Empeoró en el hecho de que se multiplicaron las guerras y lo están haciendo mierda de a poco. Hay guerras económicas, hay guerras religiosos y hay guerras porque sí, en las que ni siquiera se molestan en buscar un motivo para despojar al otro de lo poco que le queda. Hay terrorismo y un antiterrorismo igual de terrorista, valga la redundancia, que encubre el saqueo y la repartija con nobles consignas. Hay demócratas que reprimen a su pueblo cuan dictadores y dictadores que derriban demócratas en nombre de la democracia. Hay monos con escopeta en núcleos de poder con los que pueden hacer mucho daño y realmente lo hacen sin que se les mueva un pelo. Y como éramos pocos y parió la abuela, resurgió el fascismo y goza de una salud excelente, a juzgar por los resultados. Decididamente no estamos mejor compadre, por decirlo en pocas palabras –
-¡¡¡ Ahhh !!! Pensábamos colarnos con Ustedes pero según lo que me dices, ni en pedo volvemos –
-¿Y se van a quedar en este planeta, donde nunca cesa la luz del día ya que tienen cuatro soles? –
-Ya nos acostumbramos, Lebón. Como se acostumbraron los que viven cerca del Polo en verano, es más o menos lo mismo. Acá vivimos en paz con nuestros vecinos, nos respetamos, nos ayudamos y hasta se formaron parejas mixtas. ¿No vale eso un poco de incomodidad acaso?-

No le respondí al toque, ofrendándole ese silencio como muestra del respeto profundo que me cabía conceder a quienes, en un mundo rudimentario y agresivo, dejando de lado sus diferencias profundas, supieron edificar su Paraíso en vida.

-Ciertamente, comandante, lo vale – finalmente respondí.

Ojalá un día. Aunque sea un muy lejano día, sepamos imitarlos.

VII

Finalmente la señal nos condujo hacia un pequeño planeta helado y nos disponíamos a bajar cuando el que ni tiene un pelo de tonto se apersonó y dijo:

-¿Querés primero la buena noticia o la mala, Lebón? –
-La buena –
-Hemos detectado la guarida del General Invierno y está en el alcance del transportador –
-Ahh, bien. ¿Y la mala? –
-Detectamos una nave Borg y si no destruimos ese cubo, se adueñarán de la galaxia –
-¿ Y con eso? No es la nuestra ¿qué nos importa a nosotros? –
-Es una cuestión de honor, Lebón….para eso estamos –

¿La verdad? Me sentí infinitamente avergonzado, pero bueno, la idea de enfrentar solo con la ayuda de Xena, la princesa guerrera, a todas las huestes del General me aterraba. Como si la hubiese invocado, ella se apersonó en dicho instante. Vestía pantalones de cuero, unas botas flexibles que le llegaban hasta la rodilla y una campera negra, de cuero también, sobre la prístina blusa con dos botones desprendidos (hubiese dado una pierna para que desprendiese el tercero) En su uniforme de chica –dura, estaba sideralmente preciosa.

-¿Te enteraste de las noticias Cortín? –
-Pelón acaba de decírmelas, Lily –
-Entonces quiero que me prometas algo –
-Si está en mis manos… -
-Lo está, Cortín. Quiero que te abstengas de participar en la lucha –
-¿Qué? –
-Lo que oíste, Lebón. Mantente siempre detrás de mí. De lo contrario distraerías mi atención y lograrías que nos maten a ambos –
-Está bien bonita, tiene lógica lo que dices –
-Entonces vamos –

Y así fue que nos transportamos hasta la guarida del General invierno, donde como era de esperar, nos recibió el comité de bienvenida.

Estábamos rodeados de algo así como media docena de osos polares, bípedos y de fácilmente diez metros de talla. La extensión de sus garras era mayor a la de mis brazos y entre sus fauces abiertas claramente se veían las gigantescas y filosas estacas que conformaban sus dientes. Para completar el sombrío panorama había en los ojos bestiales, inequívocas señales de inteligencia. O sea, nos la veíamos con gigantes astutos con una descomunal fuerza…pan comido. Para nuestro infortunio, no funcionaban las armas en ese páramo helado. Bastante lógico, ya que estábamos cerca del cero absoluto y la calma con que tomó esto Lily, me dio la pauta de que no la sorprendía este hecho.
Con decidido ademán, extrajo de sus botas dos espadas.

Lo que sucedió luego compadre, no se puede describir con palabras pero intentaré hacerlo. Imagine Usted a Eleonora Casano interpretando la mejor danza de su vida. Imagine Ud la grácil belleza de sus pasos, la agilidad deliciosa de sus movimientos, el perfecto equilibrio entre cuerpo y alma. Ahora, imagine que tal perfección es absolutamente letal y tendrá una idea de lo que sucedió en aquel campo de batalla.

Orgullosa, de pie ante un anillo de gigantes vencidos, sin dar muestras del cansancio que ciertamente sentía, la hermosa Lily parecía el ángel de la muerte.

Fue la primera de quiticientas pruebas que debimos sortear entre ambos (aramos, dijo el mosquito) Sorteamos horrores apenas concebibles: serpientes gigantes que se deslizaban a una velocidad asombrosa, lobos de tres cabezas, dragones que expulsaban hielo y ácido, enjambres de avispas asesinas que apenas logramos burlar, hasta que finalmente pudimos divisar nuestro objetivo a una docena de metros. Esa era la buena noticia. La mala era que, entre nosotros y el General Invierno se interponía una veintena de musculosos soldados.

Bastaron unos pocos movimientos de estudio para que tuviese la certeza de algo. Primero, que Lily los superaba en destreza. Segundo, que ésto no iba a ser suficiente.
Con la misma claridad con que percibía los patrones binarios y hexadecimales o anticipaba los movimientos rivales en los videojuegos, supe la estrategia enemiga: un acercamiento lento y sinuoso hasta cerrar el anillo. Entonces se precipitarían las cosas y…. ¡ Dañarían a Lily ! ¡¡¡ A mi hermosa guerrera de gesto serio y adusto, que a muy pocos (yo entre ellos) les regalaba una sonrisa !!!
¿¿¿ Dañar a Lily??? Eso era impensable.

De a poco me acerqué a su lado. Luego, quité de la funda su segunda espada, llamada también espada táctica, que sería algo así como el muletto en un auto de F1. Ella me miró y le dije:

-La mitad son míos –

Creo que intentó protestar, pero calló luego de observar mi semblante. No iba a dar el brazo a torcer y lo sabía.

-La mitad entonces – sonriendo cuan bella era, respondió

En fin, ya estaba en el baile así que lo primero que tenía que lograr es que se dividieran. Para ello, adelantándome lancé un tajo en diagonal sosteniendo la espada con ambas manos, como había hecho infinidad de veces en los videojuegos con mi avatar. Insólitamente el golpe llegó a su destino alcanzando en el costado del cuello a uno de nuestros gigantescos oponentes. La verdad es que fue bastante desagradable su gesto de angustia mientras llevaba sus manos al tajo brutal (aún la espada muletto de Lily era excelente) por donde se le escapaba la vida. Hizo bastante ruido al caer.

Se dividieron.

Vea amigo, hay ciertas ocasiones en que somos capaces de realizar hazañas inconcebibles. Debe haber oído alguna vez acerca de una mujer común que levantó un automóvil porque su hijo se hallaba atorado debajo. O del hombre que aterrizó ileso luego de saltar desde lo alto de un edificio en llamas. Y hay miles de asombrosos hechos semejantes comprobados. Es que, en situaciones extremas se potencian las capacidades, las percepciones, los sentidos y somos como una especie de Superman, pero con los calzones por dentro del pantalón.
Además se piensa a una velocidad vertiginosa y las imágenes se suceden sin solución de continuidad y hasta se superponen. Vale decir, tu mente busca todo lo que necesitas sin molestarse por las imposibilidades físicas de espacio y de tiempo. Es así que, yo veía al mismo tiempo las imágenes de mi avatar en los videos juegos y las clases en las que el sensei enseñaba a luchar contra un oponente más grande y vigoroso, volviendo en contra suya su propia fuerza. Cuando uno de ellos arremetió contra mí, sencillamente lo desacomodé con la cadera, haciendo que la vertical que atraviesa el centro de gravedad de su cuerpo caiga fuera de la base de sustentación, que es una forma elegante de decir que se fue de jeta. Así pues, luego de un planchazo en la nuca fue uno menos.

Ciertamente quedaban varios más, pero embocar un gol de entrada es una buena noticia para cualquier equipo.

Otra lección del sensei: cuanto más grande es tu adversario, menos ágil es, así que cuando uno de los tipos se me vino al humo, sencillamente me dejé caer de rodillas y tracé con mi espada un arco que topó con el muslo del enemigo, cuya pierna se desprendió limpiamente seccionada. Fue bastante sucio y ruidoso y al tipo lo terminaron matando sus compañeros porque sus gritos los desconcentraban.

Ahora bien, nada sale perfecto la primera vez que lo haces y mi caso no fue una excepción a esta regla. Tenía un tajo en las costillas que sangraba bastante, un hombro en condiciones idénticas y un ojo en compota, esto último por olvidarme de que también existe el brazo del enemigo que no maneja la espada y algo puede hacerte con él.
Aún así, bastante bien me iba ya que los tenía desconcertados, porque a veces hacía cosas como si fuese Banderas en “La máscara del Zorro” y otras veces era como mi tía Pepa trozando una gallina. Supongo que se devanaban los sesos tratando de ubicar la procedencia de un estilo de lucha que sencillamente no existía.
Además yo guardaba celosamente el secreto del millón: no necesitaba vencerlos, solo demorarlos hasta que Lily despachase a los suyos.

Y fue como si la hubiese invocado. Apareció de repente, serena, letal y tan bella como siempre.
Después de esto, el resto de la lucha fue tan solo un trámite.

-¡ Muy tarde Lebón, el programa ya sido iniciado ! –gritó furioso entonces, el General Invierno
-Perfecto compadre, tendrás el honor de abortarlo –
-Ni pienso –
-¿Querés apostar? –
-¿Un fernet con Coca? –
-¡ Hecho ! –

Y antes de que yo pudiese decir pío (que frase estandar boluda, ¿quien carajo que no sea pollo dice pío?) se tomó una pastilla, se le nublaron los ojos y se desplomó de culo al piso

-¿Veneno? – pregunté
-Somníferos – respondió Lily – para el caso es lo mismo, dormirá hasta que le paguen lo justo a los jubilados –

Bueh, me tocaba hacer mi parte, para eso había ido. Me acerqué a la computadora y comprobé que el programa había sido activado. Un reloj digital llevaba la cuenta regresiva. Quedaban un poco más de 120 segundos. Meterme en el código del programa (aún en el muy poco probable caso de que no lo hubiese compilado) era impensable con tan poco tiempo disponible y el reloj seguía corriendo.
De súbito vi los dos botones. Uno decía “abortar”; “confirmar” decía el otro. A punto estaba por apretar el primero cuando pensé que a lo mejor eso es lo que supuso el General que alguien haría y cambió la Leyenda de los botones. Al menos claro, que el General suponga que yo supuse que había cambiado la leyenda y en ese caso el correcto sería el primero. O podría ser que el General supuso, que yo supuse, que el supuso, que yo supuse que él había cambiado los códigos y en ese caso el botón correcto era el segundo. A menos que el general suponga que yo supuse que él supuso que yo supuse….uff, las posibilidades se ramificaban hasta el infinito y la cuenta regresiva ya estaba en cerca de veinte. Puchas, yo era un genio de la informática, debía de hallar una tercera opción.

Y ciertamente, la había.
Acto seguido, desenchufé la máquina.

Entonces la hermosa Lily se abalanzó sobre mis huesos cortitos dándome un abrazo de oso.

-¡¡¡ Salvaste el mundo, Corto Lebón !! –
-Así parece bonita. Ambos lo hicimos. Esperemos no arrepentirnos luego –

Ella me regaló una sonrisa hermosa, radiante y feliz. Luego, con un perfecto cross de derecha me tiró de culo.

-¿Qué carajo? –
-¡ Eso es por desobedecerme, lo habías prometido ! – gritó furiosa

Entonces me puse furioso también yo:

-¡ Es cierto, te desobedecí ! ¿ Y sabés qué? ¡ Volvería a hacerlo ! ¿Creías que me iba a quedar cruzado de brazos viendo como te destripan? ¿Que me arrebaten así como así lo más hermoso que me ha rozado? ¿Que me resigne a perder la sonrisa más exquisita del universo? ¿O tu delicioso sentido cáustico del humor? ¡ Olvidáte, eso no va a pasar ! ¡ Y todas las veces que intentes inmolarte como una Juana de Arco moderna te voy a desobedecer porque te amo y no voy a consentirlo ! –

Ella, ni siquiera se molestó en contestarme “Y allí se van mis infelices ilusiones de amigo con pretensiones de más” pensé. Y bueh, era inevitable que sucediera, con mi gran bocota.

Mas de súbito, se suavizaron sus ojos y acto seguido afloró era sonrisa bella de la que me había enamorado.

-¿Es cierto lo que dijiste Cortín? -
-Para mal o bien, bonita, era cierta cada palabra -

Después de eso no pude seguir hablando porque me selló los labios con un beso tan pero tan caliente, que me erizó hasta los pelos de los brazos.

EPÍLOGO:

El Enterprise regresó por nosotros, lo cual fue una excelente noticia. No nos apetecía en lo más mínimo quedarnos en aquel páramo. Su batalla contra los Borg, aunque exitosa para fortuna de la galaxia, se había cobrado peaje y la nave insignia de la flota estelar solo pudo regresar a media máquina. A Lily y a un servidor esto nos tenía sin cuidado y después de poner al bello durmiente en custodia, nos dedicamos con ahínco a explorar los incipientes sentimientos recíprocos. Y en esas horas de pasión infinita pude conocer al fin lo que se siente al rozar las puertas del Paraíso y del Infierno en tan solo un instante.

Hacemos una pareja insólita y más de una vez oí sofocarse una risa al cruzarnos pero eso nos importa menos que nada. Yo la amo infinitamente, ella me corresponde, ¿qué diablos importa cuanto los demás opinen?

Lily se propuso hacer de mí un atleta y yo no tuve corazón para negárselo, así que vamos juntos a hacer alpinismo y aunque me cuesta medio día trepar lo que a ella le insume minutos, cuando llego y me recibe con esa bella sonrisa que solo para mi reserva, todos mis padeceres quedan olvidados. Es más, por esa sonrisa de premio escalaría el mismísimo Himalaya.

Pensarás que me tomo revancha en los videojuegos pero no es así, porque cuando mis alien rodean al único predator sobreviviente, ella desprende el tercer botón de la blusa, me desconcentra y su único predator hace mierda todos mis aliens.

Es ciertamente injusto, pero no me quejo porque la veo relajada, sonriente, radiante. Es una Lily que nadie más en el mundo puede ver, solamente un único afortunado.

El resto de la humanidad ve a una hermosa, fría y eficiente guerrera.
Yo veo a una bellísima niña – mujer.

Para hacerla corta, compadre: soy el hombre más feliz del Universo








Texto agregado el 05-01-2020, y leído por 134 visitantes. (1 voto)


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