Mi actual novia posee familia de origen y tradiciones andinas; en la festividad de “Todos santos” hacen cosas muy peculiares. Sentarse a compartir comida en el suelo del cementerio, a media noche ya es curioso, pero pedir a todo pretendiente que duerma una noche con la calavera de la abuela en esas fechas, es por demás extraño. El asunto es que mi enamoramiento me llevó a aceptar que mi amada me presente a su familia y pasemos días de fines de Octubre con ellos y sus costumbres “ancestrales”.
Hombre ido y venido, con incontables anécdotas y experiencias, acepté con gusto la exigencia y esa noche dormí solo, en una habitación iluminada por una vela de cebo de oscuro color, ubicada frente a una calavera. Me explicaron en pocas palabras, que si mis intenciones no eran puras y nobles, la noche con semejantes restos óseos podía ser peligrosa para mi persona; me preguntaron si deseaba proseguir y una vez confirmada mi intención, me cerraron en la habitación y se despidieron.
Yo evité por alguna razón mirar la calavera, pero dado que se ubicaba frente a la única fuente de luz, fue inevitable que detenga mi vista en sus oquedades, sus grises manchas y amarillentas piezas dentales; odontólogo al fin y al cabo, para distraerme, no se me ocurrió mejor idea que aproximarme y analizar las piezas dentales de la difunta abuela. De un análisis visual preliminar, pasé a tomar la pieza con ambas manos y voltearla para conocer el desgaste y presencia de patologías. Me entretuve con la ausencia de caries de la difunta y sin aparente razón, me quedé dormido con el cráneo entre mis manos.
No puedo decir que me acuerdo muchos detalles del sueño, escuchaba una voz femenina que me repetía algo así como viracochita ñañay una y otra vez y sé que fue erótico en extremo, para prueba están mis calzoncillos que amanecieron prácticamente almidonados.
El problema fue el rechazo de toda la familia hacia mi persona, ellos dicen que no pueden imaginar que haya gente tan depravada y es que no ayudó nada, que al entrar los padres de mi novia en la madrugada, me encontraran con la calavera entre mis muslos y durmiendo con sonrisa de satisfacción.
Me tuve que marchar inmediatamente con mi novia, quien en el trayecto me dijo que ella no se sintió ofendida, porque conoció bien a su abuelita y sabe que en su vida fue muy cuestionada por enloquecer por los extraños con barba y bigote a quienes se les entregaba con fruición y descaro, por lo que era muy criticada en su comunidad. Según ella, esa noche su abuela había abusado de mí y estaba bien, porque significaba que era un buen partido.
En virtud de que sospecho que mi novia heredó una habilidad peculiar de su abuela, creo que esta vez la cosa va en serio por mi parte y no pienso alejarme de ella, aunque su familia no me disculpe.
---
|