Salió a fumar fuera. Las débiles bocanadas se mezclaban con el aire frío y se diluían en lo alto. Dentro una cama revuelta, un jugo de naranja a la mitad, un hombre en la ducha.
Mucho tiempo antes: tres amigos, la misma carrera, orígenes comunes. Formaron tres familias y siguieron compartiendo sus vidas : fueron socios además de colegas y cada año veranearon juntos. Sus hijos crecieron juntos en una especie de comunidad, cada año se esperaban y sorprendían de verse más grandes, más altos ellos, más lindas ellas.
Y luego el silencio. La pelea. Fué un asunto de dinero. No, el dinero no tuvo nada que ver. Fué Marcos? Fué mi padre? Fué el tuyo? A lo mejor hubo dinero, pero ahí no había dinero, había sobre todo deudas. Entonces qué fué?
Una mujer de manos delgadas con olor a tabaco se encuentra en secreto con un hombre. Ya ha pasado mucho tiempo desde las guerras de almohadas o los partidos de voleibol. Algunos personajes de sus historias en común siguen allí, otros no. Les invaden los recuerdos: tengo grabada la figura de tu madre dormida, con un libro abierto descansando en su pecho. Por un tiempo son amantes. Esa increíble capacidad para interpretar las miserias del otro a primera vista, es fácil confundirla con amor. Pero no era amor, era sólo eso, una capacidad, un don.
Por qué se pelearon? Fué un asunto de guita, pero no fué con tu padre. Fué entonces por la guita? No, yo creo que no.
Fué por hablar, mi padre entró en cana por Marcos.
La mujer saca otro cigarrillo pero no lo enciende. Lo acaricia por fuera como para darle una forma más afinada, más glamurosa.
Yo conocí esa historia, pero a la inversa, o por lo menos, eso fué lo que nos contaron: Marcos entró en cana, después que tu padre habló.
Eligieron no volver a verse. No era amor, era una capacidad, un don, era otra cosa.
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