No es que falten días
sino es que nos sobran daños,
no es el grito
sino el exhorto de los demonios enjaulados.

Morirse
mientras el sol arde en las venas suspendidas,
dejarse ir...
mientras el mar se agita de la vida
que otros han tirado en una alcantarilla.

La tristeza se derrite en la brevedad de la infancia,
aquélla que te entibió el alma
y te otorgó una docena de sinsentidos
para redimir la interrupción de la inocencia
con dos notas clavadas en una guitarra,
con un papel en blanco
en donde la imaginación creaba
o la falta de talento castigaba.

El amor y la muerte,
la tristeza y la vida,
la conciencia y la despedida,
la intensidad de la emociones
y la fragilidad de una mente deforme.

Nadie ha elegido vivir,
nos han expulsado a este mundo sin permiso,
y hemos proclamado el exilio
de esa especie humana,
porque nacimos a destiempo
Y sin embargo, de las roturas del alma
el amanecer ha vencido el ocaso de la parca.