La España rural de 1939 , el año en que nació Carmen, recién acabada la guerra civil española, era la de un país mísero y abatido por el desastre fratricida. Un país " de charanga y sacristía, devota de Frascuelo y de María", en tonos oscuros.
Sin embargo, en las casas de los campesinos trabajadores se tenían cubiertas las necesidades básicas. Con los animales de la granja( cerdo, cabra y gallinas)y los productos de la huerta no se pasaba hambre.
Carmen era , además, la pequeña de tres hermanos y, por ende, la más protegida , " la niña del mimo".
Creció libre como una cabritilla . Su madre, poco autoritaria, no la forzaba a asistir a la escuela con la regularidad debida. No obstante, aprendió a leer y a escribir y lo más elemental.
Acostumbraba a ir montada a caballo a la finca rústica " Siete robles" para asistir a las gallinas y a coger los huevos. Como una bella amazona. Sí, siempre fue Carmen mujer de una belleza impresionante. Alta, espigada y con unos ojos verdes moteados con puntitos negros bellísimos.
Su porte, su alegría y simpatía fueron quizá los dones que le propiciaron un matrimonio ventajoso con un " riquillo " del lugar, un hombre educado y prudente, junto al que vivió diez felices años de matrimonio, roto por un accidente laboral del marido, que dejó a Carmen viuda y con los nervios rotos a la edad de 33 años.
Se enfundó en un largo luto unos diez años.Para huir de la depresión, de la soledad y de los barruntos de suicidio, halló cobijo en casa de su suegra, una mujer generosa y buena a la que siempre quiso como a una madre.
" Si vivo es por ti"- le decía a su única hija , huérfana a los nueve años, desde la cama donde la sepultó la depresión un largo período.
La iglesia , los paseos , la compañía amorosa de la suegra , los ansiolíticos, las hierbas de los curanderos, las visitas en vacaciones de la hija a la que llevó al colegio a la vecina ciudad para que tuviera unos estudios fueron paulatinamente restaurando su ánimo y belleza marchita por los medicamentos , que le hincharon cuerpo y rostro.
Los médicos no localizaban el mal en ningún órgano y a ella le dolía todo. Y es que el mal se le instaló en el alma con la tragedia que la dejó sin su bien amado esposo y con una pensión de viudedad miserable.
Cuando se fue recuperando, restauró la casa familiar y se hizo cargo de la hacienda con la garra y la fuerza de un hombre. Pues era el de la gestión del campo un mundo masculino. Servida por jornaleros,conservó todo el patrimonio de tierras, que la ayudó a llevar una vida austera pero confortable, gracias a la sabia administración .
" Hay que hacer muchos números, muchas matemáticas" - acostumbraba a decir.
Fue la familia la que la anima a aceptar la propuesta de matrimonio de un pretendiente del lugar, buen hombre, educado y culto, que al quedar viudo se prendó de Carmen, 15 años más joven que él, movido quizá por el recuerdo de aquella jovencita tan bella a la que conoció a caballo , por la Barrera de la Fuente.
- ¿ Y tú, guapa, de qué familia eres?
- Hija del tío Antonio- le informó ella sin parar la cabalgada .
" Era una mujer de una belleza extraordinaria"- contaba siempre el que luego sería su segundo marido, que la sacó de los estrechos límites a que la confinó la viudez durante 20 años.
Con él , recuperó la alegría y viajó bastante.
" Vale mucho Carmen.Tiene mucho temperamento pero es lista, trabajadora y más limpia que los chorros del oro"- supo reconocer siempre su segundo esposo.
Y todo era cierto. Un ama de casa diez. Extraordinaria cocinera, diestra repostera, hábil costurera:ninguna actividad se le resistía. Todo lo hacía a la perfección. Aprendió sola a bordar y eran de admirar los primores que hacía y la delicada combinación de colores: cojines, cortinas, toallas, trajes regionales...
Y su mejor obra, su hija, su admiradora más fiel,que gracias al sacrificio materno logró acabar una carrera universitaria ; y gracias a las enseñanzas de su progenitora, aprendió a ser una buena persona , educada en la bondad y la alegría, en la risa franca y expansiva de la madre.
Salvo en la época de la depresión, Carmen siempre tuvo mucha energía y vitalidad.
Las circunstancias hicieron de Carmen una mujer fuerte y temperamental, de esas madres coraje a las que nada asusta. Resuelta, decidida , simpática , empática con el dolor ajeno, generosa y de risa fácil, su casa siempre estaba abierta a familiares y amigos, que la querían bien.
Cuidó sola durante años a su nuevo marido, enfermo de alzhéimer , con una entrega encomiable.
Carmen llevó una vida dura y dichosa, como suelen caracterizarse todas las vidas, con sus alzas y sus bajas, fiel representante de muchas mujeres de su tiempo, fuertes, altruistas, solidarias.Mujeres con sólidos valores. Mujeres de casta. Mujeres de rompe y rasga.
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