La temporada de básquet había entrado en receso. Carlos Matías Sandes, Basquetbolista, Quesón y Asesino, para no perder la forma, se encontraba entrenando en un gimnasio, con sus 2,02 metros de altura y sus gigantescos y olorosos pies talle cincuenta y cinco, repletos de olor a Queso. El olor a Queso era de tal magnitud, que nadie lo había podido aguantar, incluso debió venir una ambulancia, para retirar a media docena de personas desmayadas y todos se fueron, dejando a Sandes, entrenando en solitario.
Las empleadas del gimnasio, Caro y Vicky, habían permanecido bien alejadas con máscaras antigas para poder soportar aquel olor, era un Queso impresionante, eran los pies de Carlos Matías Sandes, los pies talle cincuenta y cinco que poseía, y que parecían crecer cada vez más con cada Queso que tiraba.
- Si sigo así en unos meses voy a calzar cincuenta y seis – pensaba el basquetbolista mientras recordaba a sus víctimas más famosas - Wanda Nara, Vicky Xipolitakis, Laura Fernández, Gisela Van Lacke, Alina Moiné, Romina Malaspina, Ivana Nadal, Cinthia Fernández, Verónica Lozano, Sofía Jujuy Jimenez, Tini Stoessel, Mery del Cerro, Eva De Dominici, Claudia Fernández, Pamela Sosa, Nancy Pazos, Analía Maiorana, Sabrina Rojas, Alejandra Martínez, Pía Slapka, Mora Godoy, Virginia Gallardo, Carolina Prat, Natalia Oreiro… espero no olvidarme de ninguna. A ver… si me olvido de una… ¡Adabel Guerrero!, ja, ja, y por supuesto, Esmeralda Mitre, a la que quesonee con otros Quesones.
En ese momento, ingresó al Gimnasio, una figura internacional, bastante conocida en los medios argentinos, Alessandra Rampolla, la famosa sexóloga puertorriqueña. Las dos empleadas, Caro y Vicky, la recibieron como si fuese la reina de Inglaterra, su reptiliana majestad Isabel II, de la Casa de Windsor.
- ¡No soy la reina de Inglaterra! – exclamó Rampolla – No es para tanto, ¿Qué pasa que no hay nadie? El gimnasio esta vacío, solo ese tipo, ese gigantón, con pies gigantes.
- Es que ese gigantón, que al parecer juega al básquet, y que tiene un par de pies gigantes, ahuyentó a toda la clientela, el olor que tienen en los pies es impresionante, por eso la gente se fue, muchos debieron ser hospitalizados, hasta vino una ambulancia – le explicó Caro.
- Ya veo, ya veo, je, je – exclamó Rampolla – por eso tienen esas mascaras. Qué cosa. Pero tranquilas muchachas, yo me ocupo de este tipo, de este “Quesón”.
- ¿Quesón? Y sí, es un Queso grande, muy grande, muy grande.
La sexóloga en actitud provocativa entró al lugar donde entrenaba Sandes, y realmente el olor era una cosa impresionante, a punto estuvo de desmayarse, pero resistió, gracias a unas técnicas que tenía estudiadas.
- Yo te conozco – le dijo Carlos – vos sos Alessandra Rampolla, la sexóloga que sale en televisión.
- Así es. ¿Y vos? ¿Cómo te llamas?
- Carlos Matías Sandes. Ese es mi nombre.
- Por tu aspecto debes ser deportista, Carlos.
- Sí, soy basquetbolista, juego en Boca Juniors.
- Yo vengo de Puerto Rico.
- Allá tienen a Carlos Arroyo, un gran basquetbolista y Quesón.
- Sí, sí, pero tus pies son enormes.
- Muy grandes. Cuanto más quesoneo, más que crecen los pies, impresionante. Ahora calzo 55/56, ¿Llegaré hasta el sesenta?
- ¿Quesoneo? Se mucho de sexo, pero nunca escuché eso, Carlos.
- Dígamos que es una técnica de fetichismo en los pies, como primer paso. Es raro que yo te de clases de sexo, a vos, debería ser al revés.
- ¿Fetichismo de los pies? Bueno, yo como sexóloga creo que es normal, común y habitual que los pies exciten a la pareja, el problema es cuando es obsesión. En el caso tuyo veo que tus pies no solo son muy grandes, sino que huelen muy fuerte.
- Pocas mujeres lo aguantan, algunas despues de tener sexo conmigo quedan exhaustas, hechas una piltrafa, muertas.
- No creo que sea mi caso.
- ¿Queres probar?
- Probemos – dijo la sexóloga, mientras en medio del gimnasio, se desnudaba, como si fuese un streap tease, en medio de una cinta de caminar.
- Hagamoslo en la cinta de caminar – exclamó Carlos, y mientras decía esto, el basquetbolista arrojaba cientos de cubo de Queso sobre la sexóloga.
Rampolla se arrodilló en la cinta, mientras Carlos ponía sus enormes y olorosos pies sobre su rostro, el olor era intensísimo, algo imposible de describir, un Queso muy fuerte y potente, Rampolla quedó como extasiada, y exclamó:
- ¡Acabo de descubrir el elixir del sexo, el elixir del amor, el elixir del Queso! Dame placer, Carlos, dame Queso.
Olió, lamió, besó y chupó los pies de Carlos, primero el izquierdo, despues el derecho, al final los dos juntos, la cinta avanzaba, la sexóloga estaba ahí tendida sobre los pies del basquetbolista.
- Date vuelta Rampolla – le dijo Carlos – mostrame tu culo.
La sexóloga se dio vuelta y le mostró el culo a Carlos, que de un saque, la penetró con los pies, la cogió con aquellos Quesos, primero con el izquierdo, luego con el derecho. La cinta avanzaba y avanzaba.
- ¡Aaaaaaaajjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj! – gritó de satisfacción y goce Alessandra Rampolla mientras Carlos la penetraba.
Las dos empleadas del gimnasio bajaron la persiana y escondidas, contemplaban aquel espectáculo sexual, que ofrecían Carlos Matías Sandes y Alessandra Rampolla.
Rampolla le mostró las tetas a Carlos, y ahora fue el basquetbolista el que la chupó entera, tetas, culo, cabeza, brazos, piernas, cuerpo, torax, la chupó, lamió, besó, le hizo cosquillas, ella también le hacía cosquillas en los pies. Otra vez la penetró por el culo, con la pija ahora, y otra vez por la vagina. Placer y gozo total para Rampolla.
- Veo que no estas hecha una piltrafa como las otras.
- Y no, yo tengo experiencia. Pero me dijiste que las mujeres que tienen relaciones con vos quedan muertas.
- Y sí – le dijo Carlos Matías – es que las asesinó con un machete y le tiro un Queso al cadáver.
- ¡Nooooooooooooooooo! – exclamó Rampolla.
Ante ella, ahora, el basquetbolista tenía guantes negros, con la mano derecha sostenía el machete, con la izquierda el Queso… le dio un brutal machetazo en el torax, que le abrió una brutal herida, Rampolla empezó a perder sangre, pero parecía resistir…
- ¡Más, más, más! – Carlos la volvió a coger, mientras la sexóloga perdía sangre, la penetró otra vez por la vagina.
Levantó otra vez el machete, ahora le cortó el brazo derecho… la sangre salió por todos lados, un brutal machetazo, en el estomago, un feroz corte en el cuello, le cortó los dos pies, sangre por todos lados, y entonces, el machetazo, final, le cortó la cabeza.
- Queso – dijo Carlos Matías Sandes mientras tiraba el Queso sobre los restos mutilados de Alessandra Rampolla, su víctima.
- ¡Aaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy! – gritaron de terror las dos empleadas, Vicky y Caro, mientras contemplaban la escena del asesinato.
Carlos agarró otra vez el machete y salió en persecución de las dos empleadas, estas intentaron salir corriendo, pero el basquetbolista agarró un Queso, otro Queso que tenía, y lo tiró como si tirará un triple en un partido de básquet. El triple encestó y las dos minas quedaron fulminadas por el golpazo del Queso, y quedaron tendidas en el piso, de espaldas, boca abajo.
- Las asesinaré – les dijo Carlos – primero, porque no deben quedar testigos, y segundo, porque soy un Quesón, y me gusta asesinar chicas.
Entonces las cogió con los pies, la penetró por el culo con el pie derecho a Vicky y con el izquierdo a Caro. Vio los dos carteles con los nombres.
- Caro y Vicky. Como Caro Uriondo y Vicky Xipolitakis. Queso. Queso.
Carlos otra vez desenvainó el machete y ¡zas! de un único y certero golpe, las asesinó a las dos, le clavó el machete hasta el mango, el machete entraba por el cuello de Vicky y salía por el de Caro.
- Queso. Queso – dijo el asesino mientras tiraba los Quesos a estas víctimas.
Siempre hay por un Queso para tirar
Siempre hay una mina para quesonear
Al final las Quesos pasan las minas se van
Otras que vienen las continuaran
Los Quesos sigue igual |