(este cuento viene de Carla Romanini, crónicas de una asesina de hombres)
Una semana despues del asesinato de Matías Paz y una semana antes de los asesinatos de Javier Ortega Desio y Matías Moroni (1)
Una semana despues de haber asesinado a Matías Paz, del que se desconocía su paradero, Carla Romanini, la bella y rubia asesina serial de hombres, la Quesona, como la llamaban, estaba otra vez en un evento social con su novio Emilio Di Marco, que desconocía que su novia fuese una asesina. El evento era otra el lanzamiento de una ropa deportiva, esta vez para el básquet, por eso muchos basquetbolistas estaban presentes. Carla pensó que uno de esos basquetbolistas debía ser su próxima víctima, a Ravelia la Quesona le encantaba asesinar basquetbolistas, había quesoneado a Andrés Nocioni, Juan el Pipa Gutierrez, Emanuel Ginóbili, Fabricio Oberto y Luis Scola, con diferentes armas; la otra Ravelia, la tatuada, la otra Quesona, tenía en cambio la costumbre de estrangular basquetbolistas: Patricio Garino, Máximo Fjellerup y Nicolás Brussino eran sus víctimas. Carla sentía que tenia la oportunidad de homenajear a esas dos grandes asesinas, y ahora su objetivo era estrangular a uno de ellos… pero ¿Cuál? ¿Quién? Eran muchos…
Lo vio a Gabriel Deck, pero sintió que no era la víctima adecuada. Tampoco Facundo Campazzo, menos Nicolás Laprovíttola, hijo de la gran política, legisladora y estadista Margartia Stollbizer, tampoco Luca Vildoza, ni Pablo Prigioni, quedaba entonces… Marcos Delía, sí Marcos, como Marcos Milinkovic, decapitado por Ravelia la Quesona, o Marcos Kremer, también víctima de la Quesona, tal vez de la otra Quesona, la tatuada.
Lo cierto es que Marcos Delía, en forma inocente, atraído por la belleza de Carla, aceptó la invitación de concurrir al departamento de Puerto Madero. Creía que era una fiesta con decenas de invitados, eso era lo que le dijo Carla.
- ¿Y los otros invitados? – preguntó Marcos Delía con sus 2,11 metros de altura a cuestas.
- Ya vendrán – dijo Carla Romanini.
- ¿Y ese Queso? – dijo sorprendido Marcos al ver una gran horma de Queso sobre una mesa.
- Eran seis. Ahora solo queda uno. el próximo es para vos.
- ¿Para mí? – preguntó Matías Nani, con intriga y sorpresa.
- Sí, tomá este champagne.
Carla le dio a Marcos una copa de champagne, el basquetbolista la bebió, y con sus 2,11 metros de altura a cuestas, empezó a sentir mareos, a ver todo borroso, y se cayó al piso, dura fue la caída, pero la amortiguo con la lentitud con que cayó con semejante altura, no tardó en volver en sí, pero esos minutos, aunque no fueron muchos, sí fue el tiempo suficiente para que la asesina lo atara de pies y brazos sobre el sofá.
- ¿Qué significa esto? – pregunto aterrorizado Marcos - ¡Sacame de acá! ¡Esto es una trampa!
- Creí que tenías olor a Queso, pero tus pies están muy limpios, Marcos.
- ¡Desatame, loca! ¡Auxilio! ¡Ayudenme!
- Cogeme Marcos, cógeme Marcos – le dijo Carla.
- ¡Nooooooooo! – gritó Marcos - ¡No quiero sexo! – y el basquetbolista trataba de desatarse.
- ¡No queres sexo, entonces tendrás Queso, Marcos!
La asesina se sentó en una silla alta, detrás de la cabeza de Marcos, rodeó el cuello de Marcos con sus piernas, a la vez que le metía sobre la cabeza, una bolsa, con la intención de asfixiarlo…
- ¡No! – dijo la asesina – no te asesinaré con la bolsa, con mis piernas, basta – y sacó entonces la bolsa.
Rápidamente, la asesina empezó a estrangularlo con las piernas, fue lento, muy lento, el basquetbolista intentó oponer una fuerte resistencia, pero las piernas de Carla pudieron más, no sin mucho trabajo… lo estranguló hasta dejarlo sin aire.
- No me quisiste darme placer con el sexo, me diste placer asesinándote, así, estrangulándote con mis piernas – dijo Carla Romanini, mientras, para asegurarse que el basquetbolista estuviera muerto, puso el Queso sobre su rostro, tapándole cualquier posibilidad de recibir aire.
- Queso – dijo en voz alta Carla Romanini, la asesina, mientras tiraba el Queso, el último Queso que quedaba sobre la mesa, sobre el cádaver de Marcos Delía – Marcos Delía.
No resultó fácil para la asesina deshacerse de este cádaver, con sus 2,11 metros de altura, en algún momento pensó en cortarlo con una sierra eléctrica, pero desistió de la idea, con gran paciencia, lo metió en una bolsa de dormir, Queso incluído, y lo llevó bastante lejos, en una zona cercana al Aeropuerto de Ezeiza, colgándolo de un árbol, a la usanza del Viejo Oeste.
Carla estaba más que satisfecha. Ya había asesinado a nueve hombres. Estaba más que radiante, su novio Emilio Di Marco, de visita en ese departamento de Puerto Madero, donde habían ocurrido todos los asesinatos, apenas un día después del estrangulamiento de Marcos Delía, vio que la mesa que tenía los Quesos estaban vacía…
- ¿Y los Quesos? ¡Eran seis!
- Ya los tire todos.
- ¿Para eso los comprastes? ¿Para tenerlos de adorno y despues tirarlos? ¡Sí vos no comes Queso para mantener tu figura como la tenes!
- No te preocupes Emilio, yo se lo que hago, pero quizás algún día, a vos también te tiré un Queso. Queso.
Y nosotros sabemos que aquella profecía se cumplió, aunque todavía faltaba un tiempo para que Carla Romanini quesoneará a Emilio Di Marco (2).
(1) https://cuentossangrientos.blogspot.com/2019/08/carla-romanini-la-quesona-de-los-matias. html
(2) https://cuentossangrientos.blogspot.com/2019/09/carla-romanini-la-quesona-asesina.html
(3 ) https://cuentossangrientos.blogspot.com/2019/10/cuatro-manchegos-quesos-de-carla.html
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