(Delicado a los monitores y profesionales del CO Sínia de Barcelona)



Intento quitarme el abrigo al llegar a Sínia.
Pero no puedo,
unas manos lo hacen por mí.

Pruebo llenar un vaso de agua,
pura utopía
otras manos me ayudan a llenarlo.

Trato de llevar una cuchara a la boca.
Misión imposible.
De nuevo están allí para apoyarme.

Quiero bajarme los pantalones en el baño pero pierdo el equilibrio.
Sin esperarlas,
me encuentro una vez más con unas incansables manos que impiden perderlo.

Deseo descolgar el abrigo,
pero no tengo fuerzas en los brazos.
Una monitora me susurra al oído que
no debo aceptar la derrota por anticipado.

¿Cómo puedo colaborar para esas manos no se cansen?
Puedo
inclinarme hacia adelante
para facilitar quitar el abrigo.
Puedo,
beber con pajita
el vaso de agua.
Puedo,
estar preparado cuando la cuchara
viaja hacia mi boca.
Puedo,
ponerme de pie cogido a la barra del baño para facilitar la colocación del pañal.
Puedo,
ofrecer una sonrisa cuando no pueda
ponerme la chaqueta.

Porque,
Hacer un esfuerzo, no es perder el tiempo.
Perder el tiempo, es pensar hacer un esfuerzo.