-Despierta, despierta, José !...
-Que ocurre Maria, le sucede algo al bebé ?
-El niño está bien, pero acabo de tener una pesadilla terrible !
-Cuéntame como fué y por favor cálmate un poco, inquietas a los animales del pesebre...
-Tuve un sueño espantoso José, veía gente con ropas raras, que iban en carros relucientes sin asnos ni caballos, por ciudades de piedra iluminadas con mil pequeños soles, comprando como si no hubiera un mañana cantidad de regalos envueltos en brillantes colores para luego colocarlos debajo de un árbol muerto y adornado con estrellas del cielo que brillaban encendiendo y apagando...
-Te digo José que esa gente reunida entre muchísimos manjares, miraban y apretaban sin cesar unas finas cajitas luminosas en las que se veían otras personas pequeñas pero casi ni se hablaban entre ellos en la mesa.
-Que extraño es todo lo que me cuentas María...
-Si, muy raro, incluso había un señor gordo de barba blanca vestido de rojo que repartía los regalos y gritaba fuerte Jo, jo, Jooo... pero sabes que fué lo peor querido José ?
-Que no había ningún regalo para nuestro hijo!
-Me parece incluso que ni siquiera le conocìan, porque jamás en toda la noche lo nombraron...
-Si el hubiera estado allí, en esa fiesta, seguramente se habría sentido un desubicado, un extraño.
-No sabes la angustia que tuve, José! El ambiente era ruidoso y luminoso, todos aparentaban estar felices, pero yo sentí unas ganas inmensas de llorar viendo aquello...
-Qué tristeza para Jesús, ser ignorado por completo en su cumpleaños!
-Menos mal que despertaste Maria y que se trató sólo de un mal sueño, hubiese sido terrible que fuera realidad... |