Si me lo propongo, aún hoy recuerdo el aroma a pan dulce recién horneado, azúcar quemado y canela de su cocina y el tic tac de aquel reloj Cucú, mucho más lento que en estos tiempos, pero lo que más echo de menos es la voz de mi abuela materna cuando la visitaba en Navidad y me leía lenta y pausadamente su libro "mágico", señalando con el dedo las palabras a medida que lo hacía.
Extrañamente, era el único libro que tenía en la casa...
“¿Sobre qué quieres que te lea este año Josecito?”, preguntaba...
Era como un rito cómplice que teníamos para esta fiesta.
Yo le pedía los cuentos del Pesebre, de los Reyes Magos ademas de los de la Selva y de los Piratas, porque sabía que en ese pequeño libro, cabían montones de maravillosas historias...
Mi abuela se fué al cielo siendo yo aún un niño pequeño.
Para las fiestas navideñas del año siguiente regresé a su casa y busqué aquel libro mágico. Al abrirlo sólo encontré hojas en blanco...
-La abuela se llevó los cuentos que me leía, le dije a mamà con tristeza.
-No, dijo mi madre, es imposible que lo hiciera, tu abuela no sabía leer...