1

orgullo de la Mantis en el jardín de atrás
llevando a todo garbo su hábito inexistente
-pasea su gracia, no más, diría alguien-
despliega su concisa anatomía
para delirio de entomólogos
como si quisiera tapar la boca a quienes
buscan emparentarla con una insípida langosta
-por decir algo- solemne dentro de su orgullo
intrínsecamente capaz de protagonizar
un programa de la national geographic.


2

se sueña inmune a pisotones
entre las hojas resecas
con energía cinética despreciable a nuestra vista
inicia su rutina que parece de tai chi
sin preguntar a nadie si nació demasiado

deshoja tardes ásperas
secretamente implorando trascender
-otras tardes, otros jardines-.


3

el universo de la Mantis no se expande
no hay big bang que lo explique
o pueda justificar. Algo o Alguien a quien rinde pleitesía
seguramente sonríe en un rincón verde
a imagen y semejanza de un estampado chino.


4

solitaria, sueña a veces
con otras mantis que saltan una cuerda
sueña con épicos festines en un jardín japonés

bajo la manta de la Mantis –que no es manta
ni lo fue jamás, para qué engañarnos- duerme
la posibilidad de otros sueños.


5

varios pasan: irreverentes caracoles,
sacrílegos saltamontes. nuestra Mantis
soporta sus burlas seculares
agazapada, reza las vísperas.


6

llegado el momento
parece que los gestos se le vinieran abajo
entonces no hay genuflexión que valga:
el propio ocaso le parece absurdo

los jardines no se crean ni se destruyen
sólo cambian lentamente
ante la mirada de una Mantis.