El líquido afable de tus ojos, la rigurosidad de tu lengua, el portal de tu mente y el esplendor de tu sonrisa, parecen nada cuando dormitas. El candil acuoso de tu sangre, las vértebras esquirlas sobre mis lamentos me hablan de tu ser impredecible. Y es que más que hombre eres sujeto. En el lácteo manjar donde te nutres, sabedor de sabores dulce amargos vas guardando en tu saco longitudes, llanadas, esteros y quebrantos. Ya no es bueno amor que duermas tanto
Texto agregado el 15-12-2019, y leído por 156 visitantes. (2 votos)