La Señora, ingresó a la habitación que ocupaba la sirvienta, con el fin de buscar algún elemento que le permitiera confirmar sus sospechas de que había una relación impropia entre ella y su marido. Y jamás pensó que su trabajo fuera tan sencillo, pues sobre la cama había un manojo de papeles con mala caligrafía que apenas lo hojeó, le despejó todas sus dudas. El diario de vida, que era eso, se titulaba: "Mi relación con Mi Señor".
No se trataba de un opúsculo con aluciones divinas, ni contaba algo respecto de sus fervores espirituales y los esfuerzos que desplegaba para llegar a los altares o mantenerse bajo los preceptos de la cristiandad.
Al contrario, contaba con lujo de detalles los encuentros "misteriosos", pero a la vez pedestres que ocurrían en aquella buhardilla del tercer piso de la vivienda en la que trabajaba desde hace unos cinco años.
La Señora, miró alrededor y vio en las paredes un par de fotografías de la muchacha del aseo. Era joven y en una de ellas, parecía bastante guapa con su ropa de civil, mostrando sobretodo sus grandes ojos verdes. En otra, aparecía en una playa luciendo un traje de baño que, tuvo que reconocer, le quedaba bastante bien.
Tomó el conjunto de papeles entre sus manos y lo acomodó sobre sus piernas, mientras descansaba sobre la mullida cama.
No se sorprendió mayormente cuando entró la joven dama de servicios. Esta, al verla con su diario de vida, trató de hacer una defensa de su privacidad, que poco valía cuando estaba en juego la de su propia jefa, la que le pagaba el dinero, "porque el Señor pasaba por malos momentos y se encontraba desempleado y viviendo por el momento de sus rentas", se leía en uno de los párrafos del documento .
La Señora, tratando de mantener la calma le enrostró el contenido del libro y le requirió que le entregara detalles respecto de esta relación que ya no podía ser negada.
"Tu perfectamente sabes lo que dice acá. Esto es muy grave y entiendes lo que va a pasar después de esto. Está escrito. No puedo permitir que en mi casa ocurra este tipo de hechos", le espetó.
Presa de sus nervios, arrojó los papeles al suelo, descomponiendo la línea de tiempo que los mantenía unidos y haciendo muy difícil su restitución, más cuando no estaban numerados.
"Pero señora que ha hecho- le dijo." Mis papeles, mi historia está toda revuelta. Ya no podré enlazarla de nuevo".
La Señora, tomó una hoja cualquiera y leyó en voz alta: "La señora sabe todo y amenaza con matarme. Pero no sabe que llevo un hijo en mi vientre. Oh pobre de mi, como pude".
"Te lo mereces, decía en otra hoja, pues a gente como tú no se le puede dar este tipo de confianza. Eres baja y ruin y si, te vas, pero te irás, no por la puerta ancha precisamente" .
La mujer, encolerizada, tomó otra de las hojas revueltas por el suelo y leyó: "Mi jefa me ha golpeado en la cara y me amenaza con arrojarme por la ventana. Ella es una mujer fuerte, llena de ira y ejerce una presión enorme sobre mis brazos y yo, débil, no puedo enfrentaría. Me arrastra hacia la ventana y me amenaza con lanzarme al vacío".
Uno de los papeles, probablemente más antiguos, contaba con lujo de detalles uno de los encuentros que ocurrían en esa habitación entre la mucama y el Señor.
"El, es tan caballero, cortés y amable y no se como puede vivir con esta mujer irascible, amargada y despótica".
En otro lugar leyó:"Hoy conocí a mi jefa es una mujer fea y regordeta. Su esposo parece ser más joven,. Es delgado y huele bien".
Los papeles, contaban una verdad hasta ahora desconocida y no hacían sino presagiar el final.
"La señora tomó los papeles y los lanzó por la ventana y lo hizo con tanta fuerza que me vi arrastrada como por un tornado y de repente estoy flotando por los aires sin posibilidad alguna de sobrevivir a una caída libre. Dios se apiade de mi y de este hijo que llevo en mis entrañas", cerraba el que parecía ser el último capítulo.
No había un FIN para esta historia.