"Chiquillo, ven pa' el sur que tanto estar en el norte, vas a perder hasta el acento andaluz". Este comentario le vino a la mente de Martín mientras abría la casa de su padre. Una corriente de aire caliente estancando mezclado con el polvo en suspensión, fueron los encargados de dar la bienvenida a Martín. Abrió todas las puertas y ventanas para que saliese el aire sin dificultad. Cogió una bayeta de rejilla húmeda para quitar el polvo visible y barrió por toda la casa. Terminó en algo más de una hora y le entró una extraña sensación por el cuerpo. Miró a todos los objetos: sillas, mesa del comedor, mecedora, cuadros, sofá, sillón... Permanecían en el mismo lugar desde cuando era niño; como si estuviesen esperando el regreso de su padre del huerto. Salió al patio, echó un vistazo al garaje y regresó para sentarse en el banco de madera; todo estaba en orden. "De acuerdo, tengo una casa como herencia de mis padres pero, ¿de qué me sirve si ya no están? Además mi mujer, no le gusta el pueblo y mis hijos se han independizado. Debería haber venido antes". Miró la última hilera de rajola que le faltaba para acabar el patio andaluz, y sin aviso previo, se echó a llorar a lágrima viva. No importaba si las vecinas le oyesen, ni mucho menos preocupado por "el qué dirán". Necesitaba descargar la tensión nerviosa de los últimos meses. Cuando se serenó, recordó lo que había dicho el doctor Bover: "mira Martín, ni siquiera se enteró. Encontré a tu padre con ropa de trabajo y con las manos manchadas de cemento. Le entró sueño y se sentó en el banco ". Durante la misa del funeral don Félix, el cura, comentó: "le pasó lo mismo que a Eustaquio. Tomó su café, echó una cabezada y cuando sus compañeros del dominó fueron a despertarlo, ya no pudieron. Y eso que había muchas personas en el ateneo". Resaltó la última frase, pues se estaba difundiendo el rumor de "si hubiera estado en compañía...". Sabía que las malas lenguas continuarían hablando durante meses. Después, se reduciría a una simple anécdota y con el paso del tiempo, pondría las cosas en su sitio. Por lo menos, el rumor no se convirtió en una calumnia contra la familia del difunto.
Martín subió con la maleta a su dormitorio de soltero. Al pasar por la habitación de sus padres, observó que no había cerrado bien un cajón de la cómoda. Al hacerlo, descubrió una carpeta de color verde oliva que no recordaba haberla visto. Extrajo de su interior unos documentos, 4 fotos de él junto a una señora que no conocía y una carta de su madre. Puso los papeles a un lado de la cama y comenzó a leer la misiva:
" Querido hijo:
Cuando leas esta carta, yo ya no estaré aquí. La mujer de las fotos es tu madre. Sí, Martín, soy tu madre adoptiva. Como recordarás, tu padre estuvo en el frente de Barcelona. Fue herido por una bala perdida en la pierna y se pasó muchos meses en el hospital. Era el favorito de las enfermeras, pues tenía un semblante con Clark Gable. Tanto era así, que entabló una amistad con una y tuvo una aventura.
Al año de finalizar la guerra, vino un hombre acompañado por una cuidadora y un bebé. Nos dijo que su madre lo había dado en adopción, pero antes de darlo, quería saber que su padre si podía hacerse cargo del niño. Ni siquiera le dio tiempo para contestar, te cogí y me marché a la habitación. Estuvimos cerca de 3 meses sin hablarnos. Pasado este tiempo, comencé a ver las cosas de otra manera. Nunca perdoné a tu padre pero puse a un lado de la balanza la infelicidad, y al otro, la guerra. El resultado me dijo que el desliz de tu padre fue menos "delito"; ya que en el frente solo tenía 2 opciones: o matas o te matan.
Cuando tenías dos años me picó la curiosidad de saber qué pasó con tu madre. Un día llamé al hospital haciéndome pasar por una amiga de tu madre. Tras varias llamadas, al cabo de 15 días, me llamó tu madre. Contra todo pronóstico, se alegró mucho al saber que estaba con su padre y quería conocerte; nos pusimos de acuerdo y viajamos hasta un hostal de Premià de mar.
El reencuentro fue muy emotivo. Nos abrazamos como si fuéramos amigas de toda la vida. De ti, no se separó ni ningún instante. El último día, mientras jugaba con sus hijos en la playa, -si Martín, tienes dos hermanastros- me contó su historia.
Su padre al saber que estaba embarazada la echó de casa. La recogió una amiga pero la situación económica fue de mal a peor. Ten en cuenta que estoy hablando después de la guerra. Conseguir un trozo de pan era una auténtica odisea; aparte de no saber si el día de mañana, podría comer. En el hospital, solo había trabajo para 3 días, el resto de la semana, cosió en casa para conseguir dinero extra. Cuando naciste, el médico presentó un matrimonio que no podían tenerlo hijos, pero eran de clase media; no tuvo otra elección. Al año, se enteró de una vacante de enfermera en este pueblo, rehizo su vida con un médico. Cuando ya tenía la vida resulta, sufrió un nuevo revés. Le salió unos bultos en el pecho y los análisis confirmaron que tenía los días contados. Me pidió que no revelara el secreto hasta que fueras mayor de edad y así lo hice. Pero tu ingreso en la universidad, la boda, el doctorado... nunca encontré el momento adecuado para decírtelo. Fue cuando resolví escribir esta carta.
Si algo aprendí en esta vida fue el no prejuzgar a las personas por su primera impresión. Mira, Martín, todos cometemos errores; en ocasiones ilógicos, más allá de la comprensión humana. Debemos tener la capacidad para escuchar al menos, la otra persona; aunque no nos guste su versión. Espero que lo tengas en cuenta este pensamiento en tu vida.
Sé que tu barco de tu vida se ha quedado sin capitán. Pero estoy convencida de que no te temblarás las manos al coger el timón y navegar por
cualquier rumbo que elijas siempre llegarás a buen puerto.
Te deseo mucha suerte y que seas muy feliz. Un abrazo de tu madre que siempre te he querido y te quiero desde el cielo,
Ana "
Martín leyó varias veces la carta. A continuación, cogió los documentos y las fotos para volver a meter en la carpeta. Se la puso bajo el brazo y mientras se dirigía a la su habitación reflexionó: "las madres si que saben llevar el timón de sus casas".
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