Vida
El que conozca el origen del todo que me explique el porqué de las cosas inexplicables.
Después de una larga enfermedad, al fin pude volver a mi casa.
Nadie me esperaba, eso no me extrañó, en realidad no tenía a nadie en este mundo, estaba solo.
Caminé por el largo sendero que me llevaba a mi casa, en lo alto de la montaña, observando todo, el camino, los animales, la gente y los árboles, no sé por qué tenía una sensación muy rara, me sentía flotar, aún era de día y el sol penetraba mi piel pero seguía andando, me sentía vivo!
Llegué a mi casa apenas cansado por la larga caminata y en lugar de entrar, subí hasta el techo con una escalera, me senté sobre las tejas y me puse a observar el cielo.
¡Qué noche tan hermosa!
La luna estaba en su plenitud, tan redonda y tan cerca que parecía que en cualquier momento podría tocarla con mis manos.
Creo que me quedé dormido, el sol me hizo abrir los ojos, volví a sentir el calor del astro rey y mi corazón palpitó con más fuerza, la vida parecía empezar para mí.
Bajé y entré a mi casa, estaba abierta, nunca la cierro, allí no hay más que animales y los animales no abren las puertas.
No tenía sueño, ni frío, al contrario, era un hermoso día de Primavera, que me obligaba a salir, a disfrutar de la vida.
Al pie de la montaña, un arroyito repleto de pequeños peces de colores, me hizo detener.
Mojé mis pies y mi rostro para luego seguir mi camino, sin saber a ciencia cierta hacia dónde me dirigía, sólo quería estar allí.
De pronto, alguien caminaba a mi lado y sin que me diera cuenta, aquella mujer me estaba hablando.
___Hola, ¿es de por aquí?.
___Vivo en la sima de la montaña.
___Pero, vino hace poco ¿Verdad?
___Es cierto, estaba enfermo, internado.
___Pero ahora está bien.
___Mejor que nunca, tanto que creo que ya no volveré a mi casa, voy a dedicarme a viajar.
La mujer, sonriendo le dijo:
___Es lo mejor que puede hacer, yo hago lo mismo que usted desde hace mucho tiempo y no me canso de admirar todo a mi alrededor, los árboles que en Primavera están resplandecientes de verdor, los pájaros que con sus trinos alegran mi alma, el sol, la luna, las estrellas parpadeando constantemente, el Universo!
___La conozco desde hace unos minutos y creo que usted bien podría ser mi alma gemela, se parece tanto a mí!
___Antes no era así (le contesta la mujer) solía ser muy amargada, me ocupaba sólo de frivolidades, pero algo me hizo cambiar, quizá la vida misma, no lo sé.
___A usted, nunca se le podría tildar de frívola, se nota que piensa en todo lo bueno que nos brinda El Señor.
___Con el tiempo todos llegamos a apreciarlo, sólo debemos esperar el momento y… todo llega!
___Hacia a dónde se dirige?
___No tengo un lugar preferido para ir, cualquier lugar del mundo me agrada, frío, calor para mí todo es bello por eso no llevo rumbo fijo.
___Es como yo digo, usted se parece a mí, tampoco llevo un rumbo fijo… y, dígame ¿Qué edad tiene?
___Tenía veinticuatro años… y ¿Usted?
___Veintiocho…
Y sin preguntarse nada más los dos siguieron caminando, a veces entonando una canción conocida, otras corriendo tras alguna mariposa, otras simplemente disfrutando de la vida.
Porque la verdadera vida estaba por comenzar y aunque aún, él no se había dado cuenta, ella sí, había comprendido la ley de la vida y sabía que pronto él también la entendería.
Omenia.
|