Me lo tenía guardado para mi futuro ensayo sobre psicología, pero os lo pongo aquí, de tan agradecido que me hallo por compartir vuestras historias conmigo.
El miedo al centro- o metus centribus- es la base de la psicología humana, y, por tanto, de la evolución.
( Ah, por cierto, lo de metus centribus es broma).
Pero no lo que se quiere decir con tales palabras. Lo tiene un observado. Las sociedades optan, se radicalizan, por el miedo al centro o, lo que es lo mismo, por el deseo de no pasar por un tibio. En todos los niveles de la vida. Cuando lo claro es que la moderación es la solución a todos los problemas. Sin embargo, se ve, que, a alguien, en la noche de los tiempos, se le ocurrió hacer palanca con la indefinición, satanizándola. Y así nos va desde entonces.
Pero cabe preguntarse por la razón que anida en tan portentoso efecto.
Yo creo que, en el fondo, su éxito viene del miedo a la castración. Tal instinto atávico ha determinado- junto a la liberación de la mano prensil- la evolución del animal humano. El animal con miedo a la linea recta y amor a los subterfugios, ha devenido en hombre político, precisamente por el riesgo castrador que representa el abordar los problemas de manera directa, por tal miedo de poder perder todo en el embate, algo parecido a la prevención de no meter la mano en cualquier agujero: puede ser un nido de serpientes. Siempre puede haber una boca que tras los labios- mayores y menores- oculte afilados dientes; cosa que se intuye más difícil en los agujeros de las periferias. |