Cuando publiqué “Mariposas en Bogotá” estaba en un estado de alegría hermoso, los símbolos, lo vivido, lo que veía por ahí, todo acompañaba ese entusiasmo. Pero los tiempos han cambiado, por sorpresa en muy poco timepo. He tenido ganas de actualizar desde hace meses, si lo hubiese hecho hace un mes o dos el titulo no estaría entre interrogantes. Desde que pensé eso, desde que vi esas mariposas, han sucedido muchas cosas. Recuerdo que la ilusión empezó a romperse poco después, pareciera como si lo hubiese publicado con los ultimos alientos de esa esperanza infantil (más bien inocente), como si hubiese tenido la necesidad de dejar un recuerdo de los tiempos lindos.

Ahora que lo pienso, esos tiempos no tenían mucho para ser lindos…

La ilusión se fragmenta.

I

Aquella dicha no soportó el peso de la realidad, lo de lagún modo paradojico es que el efecto del desencanto implacable no fue el enterrar la esperanza, ni la llegada a un plano estoico que acallara los constantes lamentos y gemidos. Lo que en verdad significó esa experiencia acumulada fue la instauración de un regimen de nostalgia -provocado por el recuerdo consufo de días (apenas días) de contacto con una realidad dignamente articulada, con una relación general más saludable, sin dudas rebelde, e impotencia; de estar donde se está y ver lo que se ve.

II

Pero las conciencias ruidosas, supongo que generalmente sensibles a ser perturbados por el asomo del desequilibrio, no son generalmente saciadas. Está nueva condición demanda llevar a cabo modificaciones políticas (a nivel personal), ya que en los actuales contextos se han difuminado las diferencias que históricamente nos han hecho actuar fuera de el entender que somos humanos.