La tarde luminosa y cálida de Agosto
me invitó a disfrutar de su energía mística,
pero me dediqué a fabricar lágrimas de cristal
sobre mi cama en cuclillas.

La espera siempre agota
toda pronunciación de amor,
hubiera deseado un abrazo tuyo,
un beso,
un consuelo en este día previo al domingo,
pero me deshice en desconsuelos tontos.

Quisiera ser fuerte,
valerme de mi amor propio
mientras que de tantos demonios me despojo,
reinventarme en un atardecer inmaculado
que reemplace los cielos de tus ojos.

Hay tanto por amar que es injusto
elegir del equilibrio el Yang,
hay tantos seres vivos por liberar
que es menester despojar
de viejos trapos la conciencia al pensar.

Te salvo de mis miedos,
de mis inseguridades, amor que no has sido mío,
me sostengo sobre las bases
de mi sensibilidad y raciocinio
porque no quiero más dolores
en las raíces de mi sistema nervioso
ni falsos sueños que devengan del abandono
de una niñez despojada de tesoros.