(El siguiente cuento es pelado, los que tengan tiquismiquis pasar a la palabra FIN.
Corría el año 1912, en plena revolución mexicana. “El Chupetas” feroz jefe guerrillero de la División del Norte de Pancho Villa y dos de sus lugartenientes, forzaron la entrada de la próspera hacienda de don Anacleto situada a escasos quilómetros de la ciudad de Chihuahua. Ahí agarraron al hijo del hacendado y a su joven y hermosa esposa.
Al mancebo lo sentaron en una silla al lado de la enorme cama matrimonial, en ésta, con la habilidad que da la práctica, el jefe revolucionario, a la vista del marido, le realizó un “performance” de antología a la joven damita.
Al terminar el “affaire”, que duró un buen rato, el Chupetas satisfecho, con una sonrisa en los labios se vistió y les dijo a sus compinches: “vámonos”.
El joven, al quedar libre, va y le atiza tremendo bofetón a su esposa.
—¿Por qué me pegas? —gime la muchacha—. Si fue a la fuerza.
—A la fuerza, sí —responde colérico el mitrado—. Pero, rebuznabas, te movías con singular entusiasmo y gritabas: “así, negro santo, así”.
FIN
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