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En un mundo oscuro no existe temor a lo oscuro.
El ciego no teme a la oscuridad que lo rodea.
En la penumbra danzan las deformes siluetas
festejando en la placentera negra ceguera.
Ni siquiera resulta penosamente desgraciado,
para el vidente, el castigo de la prematura sordera.
Teme más a ojos cerrados a la incierta certeza
de no saber que más podría esperarle allá afuera.
Oscura tranquilidad que dulcemente nos arrulla
en la imposibilidad de reflejarnos a perfección.
Ocultamos olvidando nuestra forma íntima,
tropezamos a tientas con esa ajena creación,
que nos obliga a construirla a satisfacción.
¡Qué perdida satisfacción la vida nos consume!
Inútil condicionado entretenimiento de la estupidez,
juego pervertido de jugar a ser los confiables adivinos,
de hilarante poder para predecir con preparada nitidez.
¡Oh jactanciosa presunción de leyes sin ninguna solidez!
Vivimos aquejados por la ancestral hambre.
Un hambre antigua, eco de viejas emociones.
El hambre que retuerce nuestras vísceras,
que amarra las más elevadas aspiraciones
para someterlas a la bajeza del aquí y ahora.
Reflejando destellos en el borde de sus hojas,
se agita orgulloso el roble en cada atardecer.
Sonríe ufano soñando en cada inicio de otoño,
creyendo ser sol, esparciendo luz por doquier.
Ignora en su ceguera que se acerca la condena
de ver sus lustrosas y verdes hojas palidecer.
Crece la enredadera persiguiendo al sol,
rápida entre graciosos destellos prestados.
Cree poder llegar a alcanzarlo alguna vez,
se rehúsa en su soberbia querer comprender
que más allá del verde follaje del viejo roble
nunca jamás podrá llegar a crecer.
Arrástrate como firme raíz que se aferra
de soporte al fecundo tronco de la parra,
serpenteando esforzada bajo la tierra,
para que la vid puedan entregar el fruto,
la vitalizante semilla del cielo a la vida.
Se como el agua que corre hacia el valle,
que luego de su generosa esencia recibir,
reparte frescura en su corta carrera de ida.
Se aleja cantando al mar poco antes de morir.
Por darte a ti su vida. Para darte a ti la vida. |
Texto agregado el 16-11-2019, y leído por 140
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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20-11-2019 |
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Son más seguros, no conocieron la luz, su luz es interior, los demás sin ella están perdidos, muy buena reflexión, gracias por tu visita.*****
Abrazo Lagunita |
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20-11-2019 |
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La oscuridad solo es la ausencia de luz, se puede ver, sentir, amar, ser y transcender en cualquier ambiente, por muy hostil que sea. Buena reflexión, Saludos. mitsy |
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16-11-2019 |
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—Estrofas que hacen pensar. —De los cinco sentidos que genéticamente debiéramos poseer, si nos falta uno somos desgraciados. Por eso la misma naturaleza y aquellos que nacieron sin o perdieron alguno de ellos son maestros, puesto que a quienes poseemos los cinco nos enseñan dándonos verdaderas lecciones. —Un abrazo. vicenterreramarquez |
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