A Carmen, gentil ayuda,
galante y locuaz amiga.
Quería preguntarle a mis recuerdos,
de aquel pasado, de aquel tiempo vivido,
lo que allí quedó recluido en la memoria,
la vida en suspensión, latente, a la espera,
naturaleza muerta a la espera de vida.
Si aún vive en ellos la emoción contenida
quería preguntarle a mis recuerdos,
aquel instante retenido, pausado
que un día fue sereno, festivo, jovial,
hoy me devolvería aquella alegría.
Si es la mirada perdida, ausente, absorta,
un buen camino para llegar hasta ellos,
a mis recuerdos quería preguntarle,
si estarán los aromas, las voces, las emociones
después del hipnótico viaje en el tiempo.
Sea nítida, pictórica o intuitiva mi regresión,
quería preguntarle a mis recuerdos
si en mi jornada en busca de mi alma
sabré discernir entre la verdad y la fantasía,
entre el sueño de mi sueño y mi deseo.
No quiero crear mi propio autoengaño,
soñar mi propia mentira onírica,
ventaja selectiva para mí propia persuasión,
quería preguntarle a mis recuerdos
si puedo confiar en ellos, su lealtad.
Abstracción ventajosa de mi inconsciente,
mi paraíso adaptado, recreado a mi medida,
placebo reconfortante; intencional o voluntário,
quería preguntar a mis recuerdos, en confianza,
si está en mi pasado la solución para mi presente.
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