Habían pasado más de 2000 años y una mañana dios despertó de su ibernación. Se bajó de su nube y flotó sobre la tierra y se maravilló al ver como la humanidad logró avanzar sin su ayuda. Habían construido grandes y modernas ciudades, abrieron caminos interminables a través de las montañas por donde transitaban carruajes fantásticos que se movían sin ayuda, de animales, habían construido pájaros de acero gigantes que volaban cerca del cielo. La civilización había sobrevivido a la a ausencia de dios como un niño al sus padres abandonan y encuentra la forma de subsistir. Pero quizo mirar más de cerca y caminó entre la gente, se adentró en las calles y tugurios y le sorprendió que a pesar de los avances de la ciencia y tecnología aún había mucha desigualdad, habían niños con hambre, personas enfermas sin techo, violencia, crímenes e injusticia por doquier. Pero él era dios, era el momento de cambiar el mundo, de curar las enfermedades, de ayudar a los desamparados, de parar las guerras y traer la paz, de hacer milagros y cosas maravillosas para que la humanidad recuperara la fe. Solo tenía que mover los dedos y todo cambiaría pero en ese momento sintió mucho sueño y decidió que lo mejor era dormir otros 2000 años.