Es la ironía una verdad disfrazada,
vestida a carácter para la ocasión?
Entusiasta, seductora en su discurso mordaz,
una invertida visión para deleite de unos,
oprobrio e afronta mortal para otros.

Alterada verdad o desleída razón,
hay en la ironía un otro decir,
menos dicho y más imaginativo,
tal vez más real, menos aparente,
un recreativo sentido paratextual.

El verdadero querer de un quiero,
bastidor de la palabra, astutas entrelíneas
para un persuasivo receptor abierto y cabal
que traduce la emoción y el sentimiento
ante el reverso forjado de un gesto "casual".

Cuando el decir y lo dicho se encuentran
la ironía se erige en la ilustre nobleza
de quien nace y muere al mismo tiempo,
pero antes inocula su sutil y callado veneno
para desenmascarar la forzada razón suprema.

Ni siempre la verdad dice la verdad,
revestida de una incierta autoridad conferida
solo la hábil ironía se enfrenta a su poder
para sembrar la semilla del desdén;
lo indiscutible se vuelve discutible,
el escéptico le quita a la verdad su disfraz.