Callado…
Esa rara costumbre del silencio, de escucharme por dentro, de discutir conmigo mismo todas las peleas de la vida… ¿Por qué? Por qué soy tan callado si la prosa brota a raudales cuando mi alma guarda un absoluto silencio y, un cantor habla en mi interior.
Siempre recibí instrucciones y de manera callada iba y trataba de cumplirlas… lloraba en silencio la impotencia de mis brazos niños tratando de subir un bulto que pesaba tres veces mi peso a una carreta que luego habría que conducir diez kilómetros en dirección al hogar…
Allá quedo todo ese palabrerío, en esos caminos de tierra en donde aquella mujer de cabello oscuro y hermoso les metía prisa a mis pasitos y opacaba mis ansias de jugar a los vaqueros, de correr por las riveras de los ríos y de nadar un día entero en las crecientes más fuertes.
Crecí, me hice hombre y sigo silencioso y taciturno, exponiendo en letras todo ese manantial de palabras que nunca dije, exponiendo las traiciones, los golpes y las balas que azuzaron un corre, corre por la vida haciendo de mi un hombre fuerte que aprendió a llorar… ya viejo.
Sigo siendo un hombre callado, expongo poco mis verbos, mis sustantivos, los adjetivos esos que nunca dije, ni digo y en larga letanía le escribo mucho a los que no les gusta leer, pues se parecen mucho mí, son los callados de la letra, son, los que gritan sin sentido y abusan de sus insultos con improperios bien educados callando un poco más al cantor.
Algún día me pondré a cantar mis canciones en un tono bajo, aprenderé del silencio milenario a cantar con toda la fuerza de mis pulmones y sin escribirle cartas a mi mama iré ansioso a cantarle de voz lo que le leí siempre.
Por el momento… sigo callado escribiendo en silencio las letras de mi interior.
El Guillo.
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