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Nunca creíste que llegaría éste día, o al menos lo sabías pero lo ignorabas, así como ignorabas muchas cosas, muchas faltas, muchas esperanzas perdidas, muchas tardes enteras esperándola, muchas noches vacías, muchas gotas de semen esparcidas en tu soledad, muchas llamadas a altas horas de la noche para darte cuenta que ella nunca llegaba a dormir a su habitación, muchas, muchas...
Aquella tarde cuando la viste abrazada de aquel tipo que tanto te hablaba y horas después cuando le preguntaste qué había hecho por la tarde te respondió que había estado donde su hermana y no te importó, la besaste como siempre y todo siguió siendo igual. Años atrás te sentías pululando en libertad, sí, habías andado con muchas mujeres (ellas), habías compartido tu alcoba y tu sudor con auras femeninas y al otro día no te importaba un carajo, pero ahora que la miras a ella del otro lado del vidrio empañado de lágrimas, mocos y respiraciones aceleradas recuerdas con pudor y sentimiento la noche que sentiste su mano cerca de tu miembro, ese miembro que te había valido el poseer sábanas indómitas, esa vez fue tan sólo un intento de eyaculación precoz que te costaba el orgullo, el recuerdo y la fuerza que ahora te impide romper ese vidrio húmedo de tu reflejo maltrecho, llegar allá abajo y decirle: Anda, vamos de aquí. No, demasiado tarde, ella lleva su equipaje y va junto a sus padres entrando en la boca del nunca más, ese nunca más que te dice que nunca más la volverás a ver y no puedes meditar en estas palabras, no las entiendes, aun no las pronuncias desde la vez que te dijo: Me tengo que ir, mi familia se va a Europa y yo conseguí una beca. Frío, hielo que te resquebrajó el tiempo en trizas caídas en forma de lágrimas, similares a las que hoy ocultas junto con tu ser ahí en el aeropuerto, puedes ver que ella despide a sus amigos con la mano y tú no estás ahí, nunca te presentó con nadie, cuando caminaban y se encontraban con alguien simplemente decía: Éste es Samael. Punto. Ella hablaba y hablaba y hablaba y tiempo después cuando le reclamabas (sin derecho, pensabas), te hablaba de la relación entre el sistema burocrático y un juego de niños sin filosofía establecida, encantado olvidabas el incidente, así como olvidabas ahora que ella te dijo: ni vengas, mis papás y mis amigos te matarían y a mí también; No te importaba que te pudiera pasar, pero ella.... ella hoy se va y no la verás más, nunca verás de nuevo tu pecado, tu inocencia y el deseo perdido, vacío, púdico e inerte que de ahora en adelante será tu desvelo y te llevará a recuperar el tiempo perdido que pasaste junto a ella, tendrás que buscar a tus amigos en la ciudad fantasma que nunca te aceptó como tal, a tu familia, tu casa y aquel espejo que nunca te atreviste a ver y que hoy, en medio del ruido de las turbinas te hace bajar los escalones directo a la maraña de autos, perdiciones perdidas y confusiones, aun no tapiadas del todo.

Texto agregado el 30-09-2004, y leído por 106 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
30-09-2004 Una reflexión interior cargada de sentimiento y bien narrada. Interesante por demás. rodrigo
 
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