Érase una vez, la historia de una pandilla conformada por: holgazanes, mediocres, pillos, adictos, ignorantes, simuladores, oportunistas y malhechores que no satisfaciéndose de haber zafado de trabajar por años y ante la expectativa de más poder; envalentonados por el visto bueno de sus superiores y con cierto grado de éxito en pequeñas escaramuzas deciden intentar dar un golpe de Estado.
¡Ellos de técnicas sicológicas ni idea!, su existencia era funcional en medida del beneplácito y las instrucciones que venían de más arriba.
Quienes les daban órdenes habían sometido durante años al país con "cuentos de caballería", falsos sentimientos de culpa, fatalismo, insatisfacción y una insistente mirada de sí mismos como una sociedad que no valía la pena.
Cultivaron el germen de su veneno en mentes en crecimiento contándoles medias verdades y que sus progenitores eran incapaces de tener la apertura de entender las cosas que compartían con ellos. Con seducción fueron devaluando los valores aprendidos y les alejaron del consejo sincero.
Y después de años desmantelando el país mediante gobiernos corruptos, ahora les tocaba el turno de disfrazarse entre cánticos y bailes que les proveyeran de impunidad mientras devastaban cuanto más pudieran.
Y en medida que veían más personas alrededor creyentes que era una lucha por ellos, más comentaban entre risas los sinvergüenzas apurando sus pillajes y manipulaciones, proponiendo cambios en leyes estructurales de acuerdo a su acomodo, sugiriendo deponer autoridades y sumándose los que ahora creían tener oportunidad de ser parte de los vencedores.
Aún el cuento no deja que se escriba su final, sin embargo algunos ya se aventuran en ello:
Hay quienes gustan de los finales felices y dicen que todo termina cuando los habitantes comienzan a caer en cuenta que están siendo utilizados, se comienzan a organizar entre ellos y cambiar sus estrategias diferenciándose de los canallas, quienes ignorantes de lo que se hará y de cómo proceder van quedando aislados y en evidencia.
Y oyéndose maldiciones desde un cálido país queda a su suerte la pandilla.
Pero los pesimistas, apuestan por un final distópico y recogen lo que dice la literatura al respecto (eficiente en el pasado); que en consecuencia de su insatisfacción, escasa visión y falta de fe; el sombrío y eterno futuro de los habitantes será iluminado por “una luz temprana”:
"Conspiradores junto a sus vates revolucionarios y decenas de oportunistas balanceándose sin vida ardiendo entre los postes"; ajusticiados por quienes ya no les necesitarán más para la siguiente etapa de sus siniestros propósitos.
Y cuando sean restados de este mundo los buenos hombres y mujeres, la vida será un laberinto de pasadizos horrendos para la mente que no sabrá si sueña, está muerta o vive, porque ya nunca más podrá despertar para contemplar el cielo. |