La vida del espantapájaros era muy triste, muy vacía. Después de meditar tanto, tomó la decisión de hacerse amigo de las aves, que temerosas volaban a varios metros de él, para que no se espantaran empezó a trinar como un canario. Dulce canto que las aves imitaron de inmediato. Poco a poco se fueron acercando, ya no le tuvieron miedo. Todos los amaneceres y atardeceres daban un concierto bajo la dirección de José. Cada día se sumaban más aves al concierto, unas venían de lugares lejanos pues en esos parajes todo era canto, color y nunca faltaba el alimento. De repente José, enfermó grave, ni los cantos de las aves lograban aliviarlo, hasta que llegó el día en que murió. Los pájaros también entristecieron, su canto alegre se fue tornando melancólico, no era para menos, había muerto su director. A pesar de esa situación siguieron visitándolo, hasta que el granjero lo sepultó, pero no puso otro en su lugar, también sintió tristeza por la partida del espantapájaros. el granjero se sentía triste, muy triste y empezó a enfermarse. Las aves al darse cuenta de lo que ocurría todos los días iban a cantarle al granjero que pidió perdón por haber intentado espantarlas. Las aves no son vengativas y perdonaron, sin pedir nada a cambio. Siguieron cantando, cantando y cantando. El canto alivió al granjero y resucitó a José, quien volvió a dirigir los conciertos, él no nació para espantar a nadie, sino para alegrar la vida de toda criatura alada.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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