La megaestrella uruguaya Natalia Oreiro es, según dicen, una figura muy popular en Rusia, país al que suele viajar en forma asidua. En una de las ocasiones en que se encontraba en Moscú ocurrió lo que voy a relataros a continuación.
Cada vez que la oriental iba a las tierras de Lenin y Stalin se alojaba en el Hotel Marriot, de tal manera que por una de las ventanas contemplaba la Plaza Roja y el Kremlin, y del otro lado, el famoso Teatro Bolshoi, cuna de tantos talentos del ballet y la danza.
Por recomendación del gobierno ruso, Oreiro poseía una asistenta y traductora rusa, Anastasya, y una oficial de seguridad, Ludmyla, integrante del Ejército Rojo y que hacía las veces de guardiana y custodia de la uruguaya.
Era una tarde de otoño en Moscú, la época en que los días son muy cortos, a las cinco de la tarde se hace de noche y las temperaturas rara vez superan el grado de temperatura.
Oreiro se encontraba en el Hotel, se estaba preparando para un mega recital que se iba a hacer en el Parque Sokolniki, era la única estrella extranjera que iba a participar, el resto eran cantores rusos, además de que se iba a homenajear a los héroes rusos de la Segunda Guerra Mundial, a las bailarinas del Bolshoi, a los cosmonautas que participaron en la exploración del espacio de 1957 a 1970, y a los atletas soviéticos ganadores de medallas de oro en los Juegos Olímpicos. El presidente ruso, Vladimir Putin, iba a asistir al evento.
Oreiro estaba aburrida aquella tarde. No tenía ganas de salir pues no iba a arriesgarse, pero estaba muy aburrida. Para pasar el tiempo, se acostó con el camisón, en la habitación, y empezó a jugar al Candy Crush y al Farm Heroes Saga, viejos clásicos, ahora un poco olvidados, de los Juegos de Facebook.
La larga tarde avanzaba en Moscú. Ludymyla, la guardiana, se encontraba en la puerta de la habitación, custodiando a Oreiro. De repente, ante la oficial rusa, apareció un hombre muy alto y patón. Nada extraño en Rusia, pues es común ese tipo de gente, sin embargo, a Ludmyla le llamó la atención, las patas de aquel hombre eran realmente gigantescas y el olor a Queso que despedían fulminante y apestoso.
- Кто ты – dijo la rusa en ruso (¿Quién es usted?), único idioma que hablaba y entendía.
- Soy Carlos Matías Sandes – dijo el hombre en castellano – busco a Natalia Oreiro – Sí, era Carlos Matías Sandes, el basquetbolista actualmente en Boca Juniors, que mide 2,02 metros y calza 52.
La rusa no entendió un carajo lo que dijo Carlos, hizo el amague de preguntarle algo, pero el basquetbolista, en un movimiento tan rápido como fulminante, sacó uno de esos enormes cuchillos a los que llaman machete, y se lo atravesó a la rusa, en el estomago, asesinándola de inmediato.
- Queso – dijo Carlos mientras arrojaba un Queso sobre la oficial del Ejército Rojo.
Oreiro seguía en su habitación jugando al Candy Crush, pero Anastasya, la traductora y asistenta de la uruguaya, algo escuchó y salió a ver que había pasado. El basquetbolista se cruzó en el camino de la traductora, sacó el machete y ¡zas! le aplicó dos tremendos machetazos, uno cortándole el cuello, otro cortándole el estomago. Le dio varios machetazos más hasta que la traductora, desangrada, quedó muerta en el piso.
- Queso – dijo Carlos mientras arrojaba un Queso sobre la traductora.
Ya sin otros obstáculos, el basquetbolista avanzó a la habitación de Natalia Oreiro. Abrió la puerta en forma violenta para sobresalto de Oreiro, que se asustó al ver entrar al basquetbolista.
- ¡Ludmyla! ¡Anastasia! – gritó Oreiro.
- No vendrán – dijo Carlos – acabo de asesinarlas.
- ¡Noooooooo! – gritó de terror la uruguaya.
El asesino puso el machete sobre el cuello de Oreiro, a la vez que con los pies la aprisionaba contra la cama, impidiendo que la uruguaya pudiera moverse.
- Vengo a asesinarte - dijo el basquetbolista – soy Carlos Matías Sandes, basquetbolista de la Liga Nacional, el Quesón, el asesino de Wanda Nara, Vicky Xipolitakis, Laurita Fernández, Gisela Van Lacke, Alina Moine, Romina Malaspina, Ivana Nadal, Cinthia Fernández, Verónica Lozano, Jujuy Jimenez, Tini Stoessel, Mery del Cerro, Eva de Dominici, Anabel Guerrero, Claudia Fernández, Pamela Sosa, Nancy Pazos, Analía Maiorana, Pía Slapka, Mora Godoy, Virgina Gallardo y Carolina Prat. A todas las asesiné con el machete como Jason en Friday the 13th y les tire un Queso. A muchas las decapité. Llegó tu turno, uruguayita.
Mientras el asesino decía eso, le rozaba con el machete todo el cuerpo, y le paso el filo frío sobre el cuello, varias veces. Atrapada por los pies de Sandes, Oreiro no se movía.
- ¡Socorro! ¡Auxilio! – comenzó a gritar Oreiro.
- No va a venir nadie – dijo Carlos – primero porque estos rusos solo entienden ruso, y segundo, porque cuando esta frente a un Quesón, ninguna mina tiene escapatoria, y yo soy un Quesón. Te asesinaré pero antes oleras mis Quesos y tendremos mucho Queso. Queso. Queso. Queso. Queeeeeessssoooooooooooooooooo. Quuuuuuueeeeeeeeeessssssssssooooooooooooooooooooo.
Carlos agarró el Queso, un Queso de proporciones gigantescas y lo tiró sobre Oreiro, con su pie derecho apretando el pecho de la uruguaya logró que la misma siguiera inmóvil sobre la cama, mientras puso el pie izquierdo sobre el rostro de Oreiro. Esta comenzó a oler, chupar, besar y lamer los pies de Sandes, primero el izquierdo, despues Carlos los cambió, la apretaba con el izquierdo y puso el derecho sobre el rostro de Oreiro. Al principio la uruguaya lo hizo con repugnancia y horror, pero fue entrando en una especie de trance, y quedó rendida antes los pies (o Quesos) de Carlos Matías Sandes.
Utilizando los pies en forma magistral, el basquetbolista la dio vuelta a Oreiro y la penetró por el culo, con los pies primero y con el pene despues, en forma muy violenta, despues la dio vuelta otra vez y la penetró por la concha, la uruguaya gritó de terror. Mientras todo esto ocurría el basquebtolista gritaba “Queso, Queso, Queso, Queso” no podía dejar de repetir esa palabra.
Dicen que Moscú tembló, sonaron las alarmas y que hasta Putin, desde el Kremlin, pensó que era un ataque nuclear, al punto que mucha gente se dirigió a las refugios atómicos, Putin debió dar una cadena nacional para llevar tranquilidad a la población, pero lo cierto es que de esta manera el asesino logró la impunidad que necesitaba.
Oreiro quedó como una verdadera piltrafa humana despues de haber sido cogida por adelante y por atrás por Carlos Matías Sandes. El basquebolista tomó el machete y gritó por enésima vez:
- ¡Queso!
Entonces le cortó el cuello, le dio varios cortes más hasta decapitarla, ya con el cuerpo decapitado, tomó el machete otra vez y le dio cortes en todos lados, le cortó las piernas, los brazos, todo.
Carlos Matías Sandes contempló y tomó el enorme Queso que tenía y lo tiro sobre el cadáver mutilado de Natalia Oreiro, diciendo en voz alta, otra vez:
- Queso.
El asesino dio por terminada la tarea… abandonó el Hotel con total impunidad mientras los rusos escuchaban la cadena nacional del Presidente Putin.
Sandes no tardó en llegar al Hotel donde se alojaba, cerca de la calle Arbat, en una zona relativamente cercana al centro moscovita. Una mujer muy bella, con acento rumano, no ruso, lo estaba esperando en la cama.
- Gracias Carlos – le dijo la rumana – quería la cabeza de Natalia Oreiro. Esa uruguaya fue una auténtica soreta.
- De nada, Lady Dumitrescu – le dijo Carlos mientras de una bolsa sacó la cabeza de Oreiro – los rusos reaccionaran con horror cuando vean que Oreiro no va al Festival. Aca la querían mucho a la uruguayita. Tenemos que irnos de Rusia cuanto antes. Vamos al Aeropuerto de Sheremetyevo.
- No iremos Carlitos, nos iremos pero quédate tranquilo, Putin es un amigo. Je, je. Dale veni a la cama y cojamos, quiero oler esos Quesos.
- No – dijo Carlos – a las mujeres a las que obligó a oler mis Quesos, siempre las asesinó, y a usted no deseó asesinarla, usted es Lady Dumitrescu, nuestra protectora y benefactora. No la asesinaré de ningún modo.
- Ja, ja – dijo Lady Dumitrescu – no pasa nada, soy Lady Dumitrescu. Ven, no tengas miedo, disfrutemos del Queso y del Sexo. Imperio. Expelliarmus. Crucio.
Eso fue lo que hicieron, dicen que una vez más, Moscú tembló como no la hacía desde la Segunda Guerra Mundial. Otra vez debió hablar Putin en cadena nacional para tranquilizar a los rusos. Con aquellas tres palabras “Imperio, Expelliarmus, Crucio”, Lady Dumitrescu logró que el instinto asesino de Carlos Matías Sandes quedara dormido unas horas, y disfrutaron del sexo y del Queso como pocas veces se ha visto.
No había amanecido cuando los dos se dirigieron a Sheremetyevo, Sandes volvió a Buenos Aires, con cambio de avión en Roma, mientras Dumitrescu se dirigía a su patria, a su Bucarest natal…
Putin, mientras tanto, una vez más, habló en cadena nacional…
(El Festival se realizará como estaba previsto pero la uruguaya no actuará, ha regresado a Montevideo, para participar de un Festival de Mates, y con esto se ha ganado el titulo de enemiga de la Santa Madre Rusia, por el zar Pedro el Grande, Catalina la Grande, los Romanov, Lenin, Stalin, Kruschev y Brezhnev, no regresará jamás a las Rusias, lo digo yo, Vladimir Putin, zar de todas las Rusias)
Colorín Colorado… Telefono Rojo… ¿Volamos hacia Moscú?
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