Principios jurídicos.
El que rompe paga ( y los trastos para su casa).
El mundo de los juegos también andaba necesitado de ciertas reglas. No eran raros los destrozos en el uso de los materiales lúdicos. La pérdida había que compensarla, al propietario del balón u otros adminículos recreativos.
Aparecían entonces las palabras mágicas. Unas palabras, que uno recuerda, no se llegaban a materializar. Pero que producían cierto alivio generando expectativas en la víctima material.
Alguien abría la boca pronunciando entonces las palabras del Derecho. Lo que en teoría era suficiente para resolver el conflicto. No era extraño tampoco que ante la ajenidad del juguete, alguien se empleara de manera abusiva produciendo tales daños. Ahí radicaba la utilidad de la norma: el que rompe paga y los trastos para su casa( es decir, reintegro del daño a cambio de los restos "mortales"- por así decir- del aparato). Por lo que, de alguna manera, se ponía coto a tales usos abusivos de pelotas y otros elementos recreativos- como decíamos- ante tal amenaza.
Lástima que no contáramos con un juez,ni siquiera figura arbitral para aplicarla. Por lo que, en consecuencia, no pasaban de simples amenazas aquellas jurídicas aseveraciones. El que ponía el balón ya sabía a lo que se exponía. Otro daño corriente era su "embarcamiento"- el de la pelota. Consistía tal en quedarse en el tejado bloqueado; lo que era raro pero posible. Ahí terminaba el partido, con aquel viaje por mar sobre la nave metafórica que era una casa. Pero, claro, ahí no había lugar a reclamaciones indemnizatorias. Lo más que se podía esperar es que te lo devolviera el vecino al retejar veraniego o que apareciera espontáneamente por la calle tras alguna contingencia meteorológica. Y es que nuestro sistema jurídico apenas podía tildarse de sistema.