"Cada cual se la rebusca
como puede...",
sentenció aquella voz
detrás de una frivolidad que hiere.

Salir del mundo
y en el hueco de la mente esconderme,
sanar el alma
y abrazarme fuerte.

La sed en una lágrima,
el hambre en una manzana,
la infancia en un perro con sarna,
la madre en una mala palabra.

La desolación en las calles
que guardan mis pasos errantes
mientras que el frío penetra en la carne
como una manifestación de vida en el aire.

El amor es propio,
la soledad es una multitud sin rostro,
el dolor es una fisura de cristal roto,
la felicidad es un trozo
y el vínculo siempre es la reciprocidad en el otro.