Era una de aquellas oscuras y lluviosas madrugadas, iluminada solo por furtivos fogonazos de luz, que sonoros escapaban de los cúmulos nimbo, cuando Mariabella cedería ante las seductoras ensoñaciones que dulcemente la envolvían.
Y será en este onírico estado, cuando un filoso y frío marfil roería con extrema mesura su cuello.
Palpitantes ríos de sangre correrían desbocados, dejando como mudos testigos de su paso dos tibias e imperceptibles marcas en la piel. Ante esta erótica sensación, Maríabella entreabriría sus sensuales labios para exhalar una serie de eróticos gemidos, estos coquetos clamores se entretejerían con las penumbras del silente dormitorio.
El Conde utilizando un antiguo hechizo paralizante bebía de Maríabella, y ella en un movimientos inesperado, comenzaría a recorrer con la yema de los dedos cada placentero montículo de su cuerpo.
Estremeciéndose de placer y lujuria Maríabella arribaría jadeante hasta adentrarse en lo más profundo de su dulce y palpitante sexo. La hermosa doncella inundaría de húmedas fragancias el candente ambiente, mientras tanto su captor caería apasionado en el armonioso ritmo erótico mordiendo libidinoso cada ardientes pezón de los pechos de su victima.

El Conde regresaría meditabundo a su lúgubre refugio faltando tan solo algunos minutos antes del amanecer; traía consigo (y en secreto) los delicados sabores del salino y desnudo cuerpo de Mariabella. Constantemente suspiraba deseando poder preservar imperecedero el recuerdo de esta inolvidable noche.
Pero un grave problema cambiaría el rumbo de la tranquila vida del vampiro; un impensado drama se presentaría cuando el chupa/sangre se acostase adentro de su ataúd.
Al tratar de sellar el cofre, diose cuenta que... ¡No podía cerrar la tapa!_ ¡¡Paff!! ¡¡Paff!!_ Sonaban los fuertes portazos. ¡Y por más que trató no hubo caso! la hoja de madera no cerraba el sarcófago como solía hacerlo, una rebelde erección que el Conde no controlaba lo impedía.
El imponente y viril miembro del vampiro se elevaba impávido sobre el límite del lecho mortuorio, y como si fuese un grueso e indeseable mástil, prosperaba con cada golpe. Áspero, tosco y huraño subía sin control hacía los cielos impidiendo el calce de la puerta.
_ Paf!!.. Paf!.. Ciérrate puerta de mierda!_ Desesperado gritaba el Conde sin saber que hacer. Con cada portazo que recibía aquel guerrero carnal, éste más se elevaba endureciéndose ante el reciente recuerdo de Maríabella.
_ Paf!!.. Paf!!.. ¡Maldita erección!_ Gritó desesperado el vampiro_ ¡Ciérrate puerta hija de puta! ... Paf!!.. Paff!!.. Ciérrate tapa de mierda!!
El sol transilvánico insurgente comenzaba a elevarse desde atrás de las montañas de Muresh muy cerca del castillo.
_ ¡¡Paff!!.. Puerta asquerosa!!.. ¡¡Paff!!.._ Cada fuerte encontronazo entre la carne y la madera podía escucharse a varios kilómetros de distancia_ ¡¡Paff .. Cierra!!.. ¡¡Paff!!.._ El Vampiro ensimismado ante el dolor/placer que le producía su interacción no se dio cuenta de la llegada del astro rey.
_ ¡¡Ciérrate!!.. ¡Oh no!.. ¡No puede ser, es el sol!... ¡Nooooooooo! Ahhhhhhhhhh!!!_ El sol iluminando cada rincón del país (incluyendo el castillo del vampiro) anunciaba un día despejado.