Cuando te pasas treinta años trabajando en la cocina de un bar de carretera, no sales a observar el mundo, todo el mundo te va a visitar.
Cientos de personas, miles de historias. Fugaces algunas duran lo que un café y otras repiten borracheras.
Me considero tan ladrón de historias como un fotógrafo, imágenes que archivo en sobres de sopa ya vacíos.
¿Por qué las guardo en dichos sobres? Bueno, son más herméticos, la grasa de la cocina es implacable con los de papel.
A mí manera trato de llevar un control, un orden en ése minúsculo caos, en ése pequeño cajón.
Sopa de rabo de buey, historias espesas, a veces oscuras, suelen manchar al lector. Deliberadamente crudas no dejan indiferente a nadie.
Pongo por ejemplo a Begoña, la anciana indigente que se pasaba todo el día en el bar, sobreviviendo de la caridad.
Contando historias de miserias y guerras en blanco y negro , contemplando la vida con cataratas ve mas claro el pasado que el futuro.
“Mis hijos no me aguantan, ya no me aguanto ni yo” decía sosteniendose a las muletas con sus temblorosas manos.
Luego está la sopa de pescado, suelen ser historias ágiles, audaces y con tanta chispa como el fósforo.
El Jordi era dueño de un Cabaret, no muy lejos de aquí, llamado el de Los Cuatro Ceros. Era un triunfador.
Comenzó de niño robando limones de los olvidados frutales de un pueblo y, vendiéndolos en bares y restaurantes.
En una ocasión le preguntaron sobre sus preferencias sexuales y contestó, “No me gustan las mujeres con pestañas largas porqué me hacen cosquillas en la barriga”
La sopa de gallina, con fideos o arroz. Cobardes, traicioneras, manipuladoras y embusteras.
Hay un tipo que identifico como el de los tres apodos. Unos le llaman El Percha, otros El Tres de Bastos y los menos El Lupe.
Se ganó el apodo del Percha cuando trabajaba de portero en un bingo, El Tres de Bastos cuando era marinero y El Lupe… Bueno Lupe es su ex mujer.
Sus colegas a veces lo llaman El Lupe para cabrearlo y él golpea la botella de cerveza contra la barra y grita: “Así quiero ver a mí ex, fría y soltando espuma por la boca”.
También está la sopa de marisco…esas son más personales, más intimas. Quizás en otro momento.
Me gusta esta profesión, cocinero, porque como en las historias puedes improvisar. Detrás de cada persona siempre hay una gran historia…y sino se inventa.
“¡Oído Cocina!”
Suelto el lápiz y agarro el cucharón.
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