Lo único que realmente nos pertenece
es el tiempo. Incluso aquel que nada
tiene, lo posee (Baltasar Gracián)
A veces dedico un tiempo al recuerdo,
a un tiempo que siempre vuelve,
a instantes evocadores que me trasladan,
me hacen soñar en silencio,
con una mirada distante, casi sonriendo,
y surgen como inertes fotografías vivificadas
momentos ya vividos que se renuevan.
A veces aquel tiempo vuelve sin llamarlo,
despertado por imprevisibles resortes;
imágenes, sonidos, olores o tropiezos,
en un rebelde insight que despierta,
un letárgico pasado que retorna
y se actualiza con nuevos ingredientes
para alimentar un presente que se recrea.
No se puede vivir en el pasado,
no se puede en él permanecer;
los gratos recuerdos, regios salvaguardias
de nuestra memoria, son sombras
que se proyectan en el presente
para alentarnos, para darnos ánimo.
El presente es pasado que se renueva,
el pasado es un deseo imposible
que nos hace avanzar irremediablemente,
estado de constante alerta, vigilante,
perseverancia de nuestra fe,
la razón que da sentido al futuro.
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