Astolfo es un nombre propio que desde la infancia usó uno de mis tíos. Astolfo representaba lo lento, limitado o la escasa fluidez de comunicación verbal. Él llamaba Astolfo al callado en la mesa o aquel que sonreía por no tener qué decir. De ser hombre el tío me habría llamado así, pero yo tuve un caballo a quien llamé Astolfo, no por torpe, lento o feo, ni siquiera por faltarle un ojo. Lo llamé así porque era el nombre que más recordaba de entre la lista de nombres para humanos y... también le puse apellidos.
Cuando por las mañanas él me saludaba con un relincho, yo repetía: Astolfo Pérez Garnica, buenos días amigo mío ¿Cómo amaneció? ¿Amaneció feliz? Entonces yo reía y el me daba un beso.Pero un día mi Astolfo se fue y los saludos y todas esas palabras lindas se perdieron. Si pudiera contarle le diría, pero ya desde entonces solo escribo.

RH