¡No serías capaz de hacerlo!
Fue lo último que dije antes de verla dirigirse hacia el bar, antes de verla mover sus caderas con ese ritmo tan suyo que me mata, si su objetivo era provocarme pues lo cumplió, pero debo contenerme.
No era la primera vez que trataba de generarme celos, sabía de su plan maquiavélico, siempre era igual: se enojaba, me insultaba y después…después me abandonaba hasta que el sol saliera de nuevo.
Estábamos acostumbrados a esa costumbre tan nuestra, muchas veces me planteé romper este círculo, pero en cada intento fracasaba, fracasábamos. Aunque ella lo intentaba una y otra vez, siempre volvía a mí. Y yo, yo me dejaba porque ¡rayos! No quería alejarme de ella.
La veo sentarse junto a un tipo corpulento, se sube la minifalda, se arregla el cabello ondulado, sonríe coquetamente y le susurra al oído. Él inmediatamente regresa a verme y hace una mueca. Creo que conozco a ese tipo, su cara me viene de algún lado.
Yo solo observo, sé que no se atreverá a más, ella no me haría algo así, no niego que es la primera vez que va a segunda base en este jueguito estúpido que inventamos cada vez que nos enojamos, un juego que empecé yo, ahora…ahora en este preciso momento veo como el tipo le agarra la cintura y reacomoda su minifalda. Okey esto es nuevo, la cara me hierve de la rabia, acaso…acaso ¿Estoy celoso?
¿Qué debo hacer?
Me insisto a mí mismo que conozco al tipo o quizás estoy demasiado ebrio y pienso tonterías.
Han pasado diez minutos y siguen riendo, él le sigue susurrando cosas y ella le regala una de esas sonrisas tímidas que me da cuando hacemos el amor, ¿lo hace a propósito? ¿debería ir por ella? ¿debería decirle que pare?
NO, no debo hacerlo, eso…eso sería doblegar mi hombría, mi orgullo, admitir que no me gusta lo que veo.
Decirle “Tú ganaste”, no puedo hacerlo, no podía hacerlo porque el que ganaba siempre era yo.
Tres copas de vino después y regresa a verme…¡Al fin!, no descifro lo que piden sus ojos, me mira muy seria, levanta esa ceja que tanto me provoca. Siento de pronto que alguien agarra mi pecho por detrás. Lo que faltaba, ¿ahora qué?
Retiro lentamente esas suaves manos de mi cuerpo, guapa, muy guapa, alta y con un escote que me lleva al paraíso inmediatamente. ¡Espera! Grita mi cabeza, el juego continúa. Le digo a la morena que soy gay para que se alejara de mí, lo hace pero antes me agarra del cuello para darme un profundo beso.
¡Se jodió!
Regreso a la realidad, mis ojos se centran en la barra de nuevo, ella ya no está y tampoco el corpulento.
¡Qué rayos!
Vuelo inmediatamente hacia el lugar, empiezo a buscarla como si estuviera debajo de las copas, pensando que aparecería en cualquier momento para decirme que el juego terminaba. De pronto el mesero se acerca para entregarme un papel, tengo miedo, no quiero abrirlo, siento feo en el pecho, mis manos tiemblan, ¿qué me pasa?
Es su letra:
Terminó el juego para siempre. El tipo con el que hablaba era Juan, mi compañero de yoga ¿lo recuerdas?, pues acaba de ofrecerme un paseo sin retorno en su helicóptero.
¿Sabes por qué?
Cuando me acerqué a provocarte pensé en terminar el juego inmediatamente como siempre pero de pronto me preguntó si realmente yo era feliz con aquello, si valía la pena dejarte ganar siempre en mi vida, entonces con toda la fe del mundo que te tenía le dije que no durarías sin mí ni 5 minutos, aún con fe en mi corazón Juan me propuso enviar a su amiga para provocarte, le dije que tú no harías esas cosas conmigo al menos no en mi cara y ya ves tampoco acerté. Pasaron 45 minutos y nunca viniste...
Como siempre, tú ganas.


***
No pude negarme a plasmar esto, sacado del libro intocable de reliquias y ya saben que no me reprimo al escribir. No sé qué signifique, ¿qué les transmite? Espero que algo y así haber cumplido mi fin.
Coméntamelo porfavor.

Aprovecho para saludarlos y agradecerles por leerme,

Besotes

Kahedi