Hoy por la mañana leía el periódico, como tantas veces lo he hecho, nada menos ni nada más interesante, siempre los mismos cuentos, solo han cambiado los actores a través del tiempo.
De pronto al dar vuelta una página observe un detalle que me dejo petrificado mirando hacia todos lados, no podía ser cierto.
En mi mente acalorada por el notición que estaba viendo, como una nebulosa
aparecieron en mis de recuerdos mis años mozos y quinceañeros.
Mi primera ilusión de un amor platónico de esos bellos años de adolescente ya perdidos en el tiempo.
Era tan hermosa, su pelo rubio se ondulaba con el viento y sus ojos celestes se impregnaron en mi alma y en sus pliegues se escondieron.
Un amigo de aquellos años la cautivó y la hizo su esposa. Solo me quedó aceptar mi derrota y nunca más supe de ella ni si tuvo muchos hijos y nietos.
Pero esta mañana, habiendo ya olvidado mis llantos de niño, de pronto renacieron y por mis mejillas rodaron sin yo querer lágrimas sin poder contenerlas.
En el obituario aparecía su nombre que se me clavo como una daga en el pecho.