El dolor podría ser huella
reflejo ausente en el sendero
Un río que no cambia bajo las estrellas
sonido extraviado en el frío
Tormenta sin centellas
Un hombre errante sin destino.
Pero ya no eres lo que eras,
lo he sentido
Sin embargo, en otros tiempos...
Otro era, pero he desaparecido
Esa ausencia fue insondable exhalación,
cerraba los ojos
atisbando los recuerdos,
donde los había escondido.
Transpirando sus humores
en la impermanencia del sentido,
persiguiendo el devenir de los pasos
donde había desaparecido.
Cocinaba los alimentos con menos aliños,
dispuse todo en orden,
sin haberlo intuido,
pronuncié palabras más distantes,
las escribía ausentes de fluido,
con más dolor,
con alaridos.
Llegaba el silencio
y la nada de los sonidos,
ya no ansiaba tu nombre,
tu calor,
tu contrasentido.
Se extinguían las noches,
los albores del día olvidaban
ir llevando luz con su silueta tibia
Extrañaba disipar entre letras,
hojas blancas,
música de fondo, Pink Floyd,
un lugar donde existir siempre con levedad.
En este presente,
ya no me dueles amor,
al limpiar el espejo,
no aparece tu silueta de vapor.
En la ficción del reflejo inconsciente.
Los retornos son de nuevo lugares cotidianos, llenos de música,
sin la ansiedad de volverte a abrazar.
Pero, el dolor se evaporo en el olvido
Arribando la calma y la alteridad
fluyendo como el río
que surca la inexorabilidad.
Ya no me dueles amor,
He olvidado reflejarte en ese que ya no soy,
ese que fui,
en todos los que he sido.
He retornado al asombro de mi
viendo la neblina trascender
por el regazo de la montaña,
luego de la lluvia al descender
Es el momento de continuar en el camino,
de días y atardeceres
Permitir que el reloj que late,
cumpla con su destino,
en el pasado, dejar morir lo abandonado
lo que despojamos de movimiento
y llenamos de la nada
y ahogamos en la eternidad. |