Yo no bajaré mi frente ante ti,
ni gritaré de temor ante tu presencia
no dejaré que tus garras me hieran
en lo más interno.
Matarás la poeta pero no a la poesía,
porque dejaré de ellas sembrado
el firmamento.
Llevaré conmigo un rayo de luz,
de los que juegan sobre el trigal
y se engancha de las nubes
para descolgarse en brillo eterno
entre las gotas del prístino rocío
que baña el sembradío.
Vendrás con alas negras,
exponiendo malévola los trofeos de
victorias logradas en todos los frentes.
Vidas arrasadas en cada partícula de
la cósmica arena del universo.
Te regodeas infecta y corrupta,
destruyendo especie, tras especie.
Burlándote de la creación y de la vida.
Haciendo llorar niños, madres y ancianos
mientras los hombres oprimen sus labios
al reconocerte.
Los perros huyen aullando,
La cola entre las patas, olvidando sus huesos,
o se desploman de temor descontrolado.
tan sólo de percibir tu olor abyecto .
Altanera y despiadada,
vaciarás nidos,
inundarás cuevas,
bombardearás ciudades,
pilotearás misiles en busca
de carne fresca,
te divertirás triunfal y poderosa
jugando tu ajedrez de esqueletos.
Pero no te burles muerte,
que cuando tengas las alforjas llenas,
cuando ya hayas acabado tu trabajo,
en el fin de los días,
cuando te sientas ganadora,
cuando presentes tu factura,
te pagarán muertes con muerte.
María Magdalena Gabetta
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